Machismo, la dictadura que no se acaba
"Estoy cansada de los chats de hombres donde se trafica machismo. De los comentarios sexistas que son 'en talla'. De ir a carretes y tener que explicar una y otra vez que eso de la lucha de clases no es la única forma de entender la división del poder".
Arelis Uribe es Periodista de la Usach, autora del libro de cuentos "Quiltras" y "Que explote todo". Ex directora de comunicaciones del Observatorio Contra el Acoso Callejero de Chile.
Estos días han sido terribles para ser feminista. En Argentina, dos hombres violaron a Lucía Pérez, de 16 años, y luego la empalaron por el ano. Lucía murió de un paro al corazón, de puro dolor, no metafórico, de dolor físico real. En Coyhaique un hombre asfixió y descuartizó a Florencia Aguirre, su hijastra, una chiquitita de nueve años.
Leí a gente comentando la noticia, diciendo “¿y dónde andaba puteando la mamá de Florencia?”. Anoche circulaba el video de un tipo que nació con problemas de desarrollo (que una esperaría que por su condición generara una empatía universal) en el que lanzaba un chiste “sin censura”, cuya tesis es que si una mujer está curada o inconsciente cualquiera se la puede culear.
Y va a ser culpa de ella, por no seguir este mandato no escrito pero imperante, que le indica a las mujeres un deber ser sometido y obediente. Que nos dice con quién, cómo y dónde tirar. Y si nos salimos de ese carril, hay machitos que nos van a castigar por la osadía, arrancándonos los ojos, metiéndonos piedras en la vagina o enterrándonos en una zanja, como si fuéramos basura. Es demasiado. Una se cansa.
Estoy cansada de los chats de hombres donde se trafica machismo. De los comentarios sexistas que son “en talla”. De ir a carretes y tener que explicar una y otra vez que eso de la lucha de clases no es la única forma de entender la división del poder. Estoy chata de explicar que la vida no es igual si naciste mujer, gay, trans, indígena, rural. Porque puta que es más fácil la vida siendo hombre blanco con plata o hétero. Pregúntense, ¿cómo sería distinta su vida si hubiera nacido mujer o negra o asquerosamente pobre? Ni cagando tendrían la misma vida. Tendrían una vida muchísimo más difícil. Una vida en la que los bufoncitos de la tele hacen chistes imbéciles sobre ustedes.
Estoy chata de que vivir tenga que ser un acto político de resistencia. De intentar no pensar en estas cosas, pero que las noticias muestren tanta violencia. Estoy chata de que el patriarcado sea la dictadura que no se acaba. Que sea invisible, pero tan concreto y cotidiano. El feminismo me cagó el sentido común, me voló la cabeza con preguntas y me desarrolló una sensibilidad que esta semana me ha tenido pa’l hoyo. Que hace que la vida me duela siempre. Como escribió Eduardo Miñio antes de quemarse a lo bonzo, también agotado del mundo: “Mi alma que desborda humanidad ya no soporta tanta injusticia”.