¿Y quien rema este bote?
Cuándo pase eso, ¿se evaluará la dimensión de la crisis o se seguirá remando con cara neutra, como si nada hubiese pasado?
Ernesto Evans es El Dínamo.
“Rema, rema tu bote suavemente por el arroyo, alegremente, alegremente..”, se lee en un poema del Libro de los Sueños del Dr. Sarvananda Bluestone. Y eso fue este cambio de gabinete. Apenas un movimiento quirúrgico, el Nip Tuck político suave, anestésico. Apenas un gambeteo sutil y acotado con el propósito de poner la mejor carita feliz previo a unas elecciones del domingo, donde no hay mal pronóstico en los pasillos de La Moneda para la Nueva Mayoría.
Un micro golpe que no busca culpables: no habrá un juicio público ni sanción al inoperante por el descrédito de instituciones que funcionaban bien. Será después de las elecciones quizás…. porque ese precisamente es el acto soberano democrático el que es necesario cautelar. Pero la política es cruel. Alguna cabeza importante tenía que rodar. Había que mostrar en la plaza pública la extremidad de la gorgona, personalizada en la más evidente, en la más frágil, y la obvia: Javiera Blanco.
Pero en La Moneda no se moverá una pieza del tablero hasta el domingo. No se alterará ningún engranaje. Seguirá vigente el verso: remen remen y pongan la mejor expresión, porque hay una elección que se deben asegurar, y esa será la consigna en lo que queda de semana; el bien preciado por antonomasia de la democracia, los votos.
Cuándo pase eso, ¿se evaluará la dimensión de la crisis o se seguirá remando con cara neutra, como si nada hubiese pasado? Es casi imposible que algo cambie, que algo pase, porque se vive en una letal resignación, como la maldición de Euridice: cada vez que se ve algo de luz, la esperanza se convierte en piedra.