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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

¿Votar o Botar el próximo domingo?

Algunos hemos tomado la decisión anticipada y, claro, entendiendo lo que ha costado recuperar el derecho a votar, no Botaremos el Voto, aunque se nos tilde de irresponsables, antidemocráticos o simplemente absurdos. Algunos en definitiva tenemos una idea respecto de donde se Vota y dónde se Bota.

Por Daniel Sanchez Brkic
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Daniel Sanchez Brkic es Psicólogo, académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central

Votar o “Botar” el domingo 23, es la pregunta por estos días. Los políticos dicen que votar es una obligación, un deber cívico y mínima obligación democrática; inclusive que si usted no vota no puede posteriormente ‘alegar’, hablar o impugnar. Esto no es del todo cierto.

Votar, según la Ley Nº20.568 vigente en nuestro país desde el año 2012, es un derecho fundamental y dice relación con la voluntad de decidir. Usted decide entre candidatos, programas de televisión, descansar o no tal día, etc. y decide también si ir o no a emitir un sufragio. Desde esta mirada, la conducta volitiva (del ejercicio de la voluntad individual) se convierte en el principal elemento de juicio; allí usted (a diferencia de otros años) decide si participa o no. Hacerlo es una decisión, no hacerlo no es un crimen, eso es algo que los políticos en su simpleza han esgrimido como nuestra obligación; error.

De otra parte usted debe decidir si votar o no, pero por los mismos candidatos de siempre, que año a año retuercen las ideas para sostener aberraciones como: “vote por mí, ahora sí”, “la verdad”, “soy la solución”, “yo quiero a mi comuna” y tantas banalidades que sabemos no se cumplirán.

Adicional a eso, es común ver en la propaganda toda información hermosa (sonrisas, alegría, delantales de médicos y hasta estetoscopios). Lo único que no vemos es la referencia a los partidos políticos que sustentan las ideas de los candidatos. Por tanto votar se convierte en un acto de apoyar la idea que usted tiene respecto de las palabras y profesiones de los candidatos, pero no respecto a los ideales que inspiran sus postulados. Esta fue una ofensa absurda del entonces candidato Joaquín Lavín cuando instalaba la idea de votar por las personas y no por los partidos, otro error. Sería como seguir a Cristo porque es él desconociendo las ideas que lo inspiran; sería escoger una carrera de educación superior por lo que dice en el título y no por el contenido de su programa; error.

El domingo usted deberá decidir si vota o no; es probable que “bote” su voto sin darse cuenta pues a decir verdad el sistema no cambará mucho, inclusive de prosperar (sea como fuese) la ley de gratuidad en la educación los montos que provienen de asistencia -SEP (Ley de Subvención Escolar Preferencial) y PIE (Programa de Integración Escolar)- ya no pasarán por manos de los municipios, con lo que habrá menos recursos que triangular a las urgencias que cada alcalde imagina. Habrá menos dineros para los “viajes de capacitación” de concejales (que se postulan nuevamente); habrá, en definitiva, menos que hacer pero más de donde echar mano.

Chile según SERVEL alcanzó el 58% aproximado de abstención en la última elección presidencial y 95% en las primarias municipales 2016, convirtiendo en uno de los países con mayor tasa a nivel mundial, entonces no nos culpen de no creer y decidir no “botar”.

Urge entonces la pregunta si debiésemos asistir o no a votar libre y soberanamente para oír una vez más a los gastados y repetitivos políticos culpando a la ciudadanía de no hacer el trabajo y endosando a los ciudadanos la responsabilidad de escogerlos. Esto resulta muy similar a decir: “usted está obligado a votar por mí o por otro, pero debe ir, debe obligatoriamente hacer tal cosa que en verdad depende de su soberana decisión”, la verdad parece algo absurdo.

Puestos en este tránsito histórico habrá de sopesar también los errores inentendibles de SERVEL y el propio gobierno con esto del padrón electoral tan ultrajado últimamente, así, manoseado a la rápida; tal como el CENSO 2012 aunque este último es peor pues ni sabemos cuántos somos y en consecuencia el padrón electoral en un fantasma, otro tongo más.

Algunos hemos tomado la decisión anticipada y, claro, entendiendo lo que ha costado recuperar el derecho a votar, no Botaremos el Voto, aunque se nos tilde de irresponsables, antidemocráticos o simplemente absurdos. Algunos en definitiva tenemos una idea respecto de donde se Vota y dónde se Bota.

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