De Curicó a Valparaíso: un “Sharpazo” a la medida…
Ni los medios de comunicación tradicionales ni el más avanzado análisis de quienes ocupan los debates vislumbraron esto. Ni menos pensaron que Valparaíso, diera el batatazo. Tan seguros estaban de la reelección del alcalde Castro o del músico vestido de tatuajes invitado estrella en programas de la farándula. Como tan segura estaba la derecha de ganar en 1964, continuando la tarea del Presidente Jorge Alessandri.
María Teresa Larraín es Periodista.
El duro y frío análisis se impone. La historia, también. La abstención del 65% en la votación de este domingo impacta no solo por la decisión de una gran masa de electores que se negó a votar, sino porque la historia se repite. Las consecuencias, para quienes aún manejan la política o su duopolio, serán desastrosas.
Ello por cuanto tras los resultados, una parte de la dirigencia, la hoy de oposición y UDI especialmente, se sienten triunfantes al obtener más alcaldías. Los otros, los que están en el Gobierno, aún sin habla, preparan el barco para arrancar o pensarán en quién, con un dedito, arrastró masas, siendo amado también por el empresariado.
Hay otros, los humildes, habitantes de los cerros o del llano de nuestro puerto Valparaíso, integrantes de 31% del padrón electoral que apostaron a un nuevo arcoiris, renovado del manoseo de los 90 o a un brilla el sol de la década del 60 cuando un líder político encabezó, quizás las más grande esperanza de cambios en la historia de nuestra República. Por ende, para hablar de triunfos o derrotas, basta la historia, de ayer y hoy, que es un deber considerar.
Dos hitos importantes: Curicó, 1963, el “naranjazo” y octubre 2016, el “sharpazo”. Oscar Naranjo Arias, diputado elegido de sorpresa y Jorge Sharp, el joven abogado del Movimiento Autonomista, oriundo de Magallanes, que hoy barrió con todos los pronósticos de opinólogos de la tribuna mediática o de una clase política añeja que celebra lo incelebrable.
El alcalde electo ganó con el 53.8% de los votos emitidos, sepultando en conjunto al actual UDI Jorge Castro y a Leopoldo Mendez, el conocido DJ rapero, postulante del pacto Nueva Mayoría,
Los que no nacían en la década de 1960 seguramente supieron del “naranjazo” como una anécdota a considerar en el estudio de ciencias políticas. Este evento cambió el destino político de nuestra nación, con sus dos líderes: Eduardo Frei Montalva (DC), Presidente de entre 1964 y 1970 y el Presidente Salvador Allende (1970-1973), muerto en La Moneda con el golpe de Estado gestándose el quiebre de nuestra democracia la cual aún no se repone del todo.
Se denomina «Naranjazo» al resultado de la elección complementaria chilena, realizada el 15 de marzo de 1964, para diputado por la agrupación departamental de Curicó y Mataquito. El diputado socialista Oscar Naranjo Jara, falleció el 18 de diciembre de 1963. Para reemplazarlo, se fijó una elección complementaria para el 15 de marzo de 1964, a menos de seis meses de la elección presidencial, que se realizaría el 4 de septiembre de ese año.
En la elección resultó elegido inesperadamente, su hijo, el candidato socialista, Óscar Naranjo Arias lo que influyó en las decisiones de los partidos políticos de cara a la elección presidencial de ese año. Este obtuvo un inesperado 39,67 % de la votación frente al 32,95 % del conservador Rodolfo Ramírez Valenzuela, candidato de la coalición de derecha; y el 27,38 % de Mario Fuenzalida Mandriaza (DC).
El resultado de la elección, sumado al creciente apoyo a la izquierda y a la DC desde las elecciones municipales de 1963, significó la renuncia del candidato presidencial de la derecha, el radical Julio Durán Neumann. Se preveía que con el “naranjazo” irrumpía fuerte la izquierda, por ende, el candidato presidencial Salvador Allende. Este finalmente perdió ante el apoyo de la derecha al candidato demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970) quien ganó la elección con un 56.9% de los votos emitidos.
El gobernante inició profundas transformaciones sociales lo que a decir de la derecha se “viró” a la izquierda abriendo paso a Allende en 1970. No en vano le tildaron del “Kerenski chileno”. Los efectos del terremoto político hizo que la renombrada revista humorística Topaze se refiriera al hecho como “la historia termina mal por un naranjazo fatal”.
Hoy estamos frente a un nuevo tsunami político. El temor de kerenskis y vientos de extrema izquierda no existe. Más, se esparce algo peor: el hecho que el duopolio no solo empieza a derrumbarse en medio de sus propios autoalabanzas y cegueras sino que no atina aún cómo enfrentar lo que se viene. Un joven de 31 años irrumpe acompañado por dos parlamentarios que marcan las nuevas tendencias: Gabriel Boric y Giorgio Jackson.
Ni los medios de comunicación tradicionales ni el más avanzado análisis de quienes ocupan los debates vislumbraron esto. Ni menos pensaron que Valparaíso, diera el batatazo. Tan seguros estaban de la reelección del alcalde Castro o del músico vestido de tatuajes invitado estrella en programas de la farándula. Como tan segura estaba la derecha de ganar en 1964, continuando la tarea del Presidente Jorge Alessandri (1958-1964). Ello, antes del naranjazo.
Jorge Sharp habló de las necesidades de la gente de la calle, la que camina, la que sube y baja cerros, la de los adultos mayores que esperan horas y días para ser atendidos en un centro de salud, la de los jóvenes cesantes. Con un mínimo de apoyo financiero, contagió a jóvenes y viejos, a pobres y ricos, a porteños y no. Usó las redes sociales para denunciar la pobreza, material y cultural, la incertidumbre y el abandono de la región por el gobierno central. No se dedicó a atacar a unos y a otros. Habló con la verdad y el corazón. Y ganó.
Se acabó el duopolio. Se acaba hoy la corrupción. Se acaba la injusticia. Se acaban las malas prácticas. Irrumpe hoy desde Valpo. una nueva fuerza política y social de ciudadanos honestos y dignos. Nos hemos atrevido a recuperar la dignidad de Valparaíso y nuestro país. “Hemos demostrado que con una práctica política distinta, donde el centro del protagonismo lo tengan los ciudadanos, es posible construir una alternativa para el país y para gobernar una ciudad”, dijo a pocas horas de su triunfo.
Si en 1964 una pequeña ciudad, Curicó, de la hoy VII región marcó con un “naranjazo” el destino político de nuestro país, por cierto sin revolución, hoy, tras el pasado 23 de Octubre, Jorge Sharp y un grupo de jóvenes remueven el alma de Chile, limpian el campo de malas hierbas, recogen las cenizas, y abren nuevas ventanas hacia una esperanza que una gran mayoría, hoy silenciosa, observa. Y lo hace con cierta felicidad: la de ver, al fin, la posibilidad de una comunidad más igualitaria, libre y participativa. Y por cierto sin revolución.