¿Apoyamos el rock nacional?
¿O es que los chilenos vamos en masa sólo a los eventos que traen a bandas extranjeras? ¿O es que en realidad las bandas chilenas no tienen un apoyo constante e incondicional?
Johanna Watson es Publicista, escritora especializada en rock y sus ramas. Investigadora de la historia de la música chilena.
Hace unas semanas se vivió la segunda versión del festival “Chile Rock” en “Kmasú Premiere”, sala originalmente discotequera que dio vida a varias polémicas faranduleras hace ya varios años, que luego de cambiar de dueño y de lugar, cambió también de estilo dedicándose en la actualidad a ser la casa de todo tipo de eventos musicales.
Me acerqué a la cita el segundo día de la jornada (en el primer día estuvieron entre otros, Crisálida, Hijos de Algo, Steelrage, Raza y Dorso) con toda la expectativa que genera un evento de estas características. Al entrar, me llamó la atención lo “piola” que estaba el lugar en cuanto a concurrencia. Eran aproximadamente las 6 de la tarde, entonces, pensé que esto se debía a que las bandas más conocidas tocarían al final, y que, por ende, la gente llegaría más tarde a ver esos shows específicamente. Ese día tocaron Priapo, Los Muertos, VPS, Caterina Nix, Exxocet, Alto Voltaje, Voodoo Zombie, Andrés Lecaros y los Forajidos, Catoni, Surfin Caramba, Tabernarios y Weichafe cerrando la noche.
La tarde avanzó, se hizo de noche, cada banda que tocó lo hizo entre 30 ó 40 minutos, calculando “al ojo”. El sonido estuvo a la altura, la producción se notaba… y al recinto llegaba gente tímidamente.
En el escenario todo andaba bien técnicamente, un equipo de roadies asistía a las bandas y permitían que los tiempos de cambio de instrumentos entre banda y banda fueran súper acotados, lo que ayudaba a la agilidad del evento. La iluminación aportaba bastante a los músicos que estaban sobre el escenario. Éste tenía buena altura y contaba con una gradería que ubicaba a todos los bateristas a un nivel más elevado de lo habitual, lo que los hacía más visibles. (Punto que se agradece, porque generalmente este integrante de la banda es el más “ausente” en las tocatas, no cuenta con iluminación propia, o por la escasez de espacio de los escenarios generalmente son tapados por los mismos compañeros de banda).
Los grupos que se presentaron eran de buena calidad, con variaciones en cuanto a estilo y propuesta, pero en general todos respondían a un nivel que, efectivamente, daba razón a la organización de haberlos escogido como parte del cartel. Sin embargo, no dejaba de sorprenderme la falta de público. Me detengo aquí: Había gente, pero el espacio físico de Kmasú soportaba quizás 3 veces más de asistencia.
Otro punto que llamó mi atención es que fuera del lugar tampoco se respiraba esa “onda” que hay en los conciertos: No había gente vendiendo material de las bandas, ni comida al paso para saciar el hambre que abunda en estas ocasiones. Todo estaba vacío, no había comercio de ningún tipo en todo el sector, y fuera del local sólo algunos conversaban o fumaban cigarros antes de entrar. Vi también a carabineros fuera del recinto, lo que me hizo pensar que había un control muy estricto con el evento y que por esto mismo había escasez de comercio y movimiento callejero.
A medida que avanzaba la noche, y que se acercaba la banda “Weichafe” (que encabezaba el cartel ese día) el público se retiraba del local. Por lo que, a la hora que salieron a tocar, había al menos la mitad de gente respecto al principio.
Le he dado bastantes vueltas al asunto, buscando explicaciones que me hagan comprender por qué un festival que tuvo su cobertura en los medios (en radio Futuro lo mencionaron muchas veces, se pegaron afiches en las calles, vi en redes sociales el afiche con el cartel de bandas) y, sin embargo, la concurrencia ocupaba menos de la mitad del recinto.
Aquí mis primeras conclusiones:
1. Era fin de semana largo. Los santiaguinos apenas podemos, nos escapamos a alguna parte fuera de la urbe.
2. Los valores de las entradas, que si bien en preventa eran bastante accesibles: $6000 por día, y los 2 días a $10.000, ascendía bruscamente a $10.000 el mismo día del evento.
3. El retiro de público a medida que la hora avanzaba, se debía simplemente al cansancio de los asistentes, las últimas bandas actuaron entre 2:00 y 3:00 am aprox.
4. Si bien las bandas que fueron parte de este evento eran buenas, había pocas que sonaban en radios, por tanto, masivamente desconocidas. (Creo que esto puntualmente pudo ser uno de los factores que más afectó al resultado de la audiencia).
Causaba sentimientos encontrados ver que tamaña producción no haya sido aprovechada por más gente: estaba el espacio, estaban las bandas, estaba la actitud, había rock y mucha gente pasándola bien, pero algo hizo que el recinto no se repletara. Extraño pensando que los chilenos mayoritariamente nos abanderamos con el rock.
¿O es que los chilenos vamos en masa sólo a los eventos que traen a bandas extranjeras? ¿O es que en realidad las bandas chilenas no tienen un apoyo constante e incondicional?
Como todo lo dicho anteriormente es mera especulación, quise comprobar que fueran o no ciertas las teorías. Por eso me acerqué a conversar con Jorge Chargola, uno de los motivados organizadores del evento.
Cuéntame respecto al festival ¿fuiste el organizador oficial?
Somos 2 los organizadores, Victor Escobar de “Alto Voltaje” y yo.
La idea original del evento ¿cómo nace? ¿Atendiendo a alguna necesidad en particular?
Esto nace siempre de la idea de trabajar, levantar las bandas y la escena nacional, logrando un lugar donde puedan mostrar todo su trabajo y arte con los recursos de bandas internacionales, mucha gente sueña y pide lo mismo, pero no ponen manos a la obra.
Claro, se notan esas ganas. Hacen falta que más personas y/o instituciones apoyen a las bandas emergentes. ¿Cómo viste la segunda versión de Chile Rock en términos de objetivos y resultados?
Objetivos todos cumplidos. Lo dividiría en 4 partes: 1) Calidad de las bandas 100% 2) Calidad sonido e iluminación, técnica y calidad %100 3) Apoyo del público en asistencia por una banda nacional, deficiente, pese a tener un público muy fiel y efusivo, fueron pocos, son más los que se llenan la boca 4) Falta apoyo y recursos de empresas ligadas a la música, esto lleva a que el resultado económico sea negativo, pero este evento no tiene por fin ganar plata.
¿Sientes que a las bandas nuevas les falta apoyo de las radios?
Absolutamente, sólo Futuro se la está jugando más, pero las bandas deben acercarse a la radio.
Pese a que había bastante calidad en cuanto a las bandas y a la producción, la asistencia parecía poca para el espacio que dispone Kmasú.
Fue muy poca. Dorso tocando solos, con ese precio llevó a 800 personas y Weichafe tocando solos y cobrando más caro llevó a 1800… no se entiende. Quizás porque tocaban más tarde… pero por disposición municipal no pudimos empezar más temprano. En fin, ya fue y fue hermoso, somos los que somos y los que no suman, restan.
¿Dispuesto entonces a una parte 3 del Festival?
Uffff respuesta difícil hoy, Jaja (…) veré que me dice mañana mi ejecutivo del banco.
¿En serio? ¿No hubo alguna marca interesada en participar?
No, todos dicen apoyar y cuando llega el momento de poner lucas…
No pasa nada…
Sólo Víctor y yo. Las bandas colaboran mucho vendiendo entradas a sus seguidores. Es un sueño y colectivo de bandas.
¿Cómo fue el proceso de selección de bandas?
Además de la productora tengo booking y management de bandas con las que trabajo todo el año. Ahora metimos varias de esas, más muchas bandas que Víctor conoce que están trabajando y otras emergentes que sabemos que trabajan mucho, a pulso. Faltan muchas aún, siempre quedan fuera, más que las que quedan adentro. Es difícil ponerlos a todos.
Las bandas se notaron súper felices sobre el escenario
Todas, eso es lo importante para mí y Víctor. Las bandas merecen ser recibidas y atendidas como artistas que son.
Los que estuvimos lo pasamos bien. Difundir música nueva en Chile es una tarea titánica, así que se valora y agradece que estas cosas sucedan. Se notó que hay especial cuidado en lo que me dices. (Atención a las bandas)
Siento que estamos como el Quijote luchando contra molinos. Sólo quiero que en mi epitafio diga “gracias por tus sueños”
Seguro que así será.
Después de esta conversación, quedó bastante claro: la música nacional necesita del apoyo urgente de cada uno de nosotros como sociedad chilena. Los melómanos, los empresarios, las marcas, las radios, los escenarios disponibles, los músicos con sus pares. Hay situaciones que no están en nuestras manos, es cierto, pero como público y auditores se puede hacer mucho. No basta con publicar en redes sociales el hashtag #ApoyemosLaMúsicaChilena o cualquiera similar. No basta con lucir camisetas de bandas ni con poner “likes” en eventos a los que finalmente no se irá. Esto requiere de un esfuerzo mayor al que se hace desde el celular.
No hay que olvidar que aquí existe pasión verdadera por lo que se está haciendo: Organizadores y bandas generalmente actúan por amor al arte. Pero, todo este esfuerzo económico, de tiempos invertidos, de desgaste físico y varios más ¿están siendo valorados? Pareciera ser que se trabaja para un público que es más virtual que real, que se llena la boca apoyando hipócritamente, sin compromiso.
Amigos, esto es en serio. El apoyo se necesita en carne propia, al 100%, asistiendo a tocatas, comprando música, compartiendo enlaces, contándole al resto sobre hallazgos interesantes. Los medios no lo hacen, la prensa no habla de ellos, las radios no los tocan, y el público….el público apoya tibiamente. Desempolvemos el cuerpo y asistamos de verdad, compartamos, difundamos bandas nacionales. Parece menor, pero como dicen por ahí, las gotas son las que llenan el vaso.