La Moneda y Nueva Mayoría: tensión intencionada pero inconsciente
La señal, -a mi juicio bordeando lo irresponsable-, de no aprobar el proyecto de ley de reajuste del sector público el miércoles 2 de noviembre, es una más; sin embargo, fue posterior a la queja de la DC (que con ella no se juega) y su congelamiento con la Moneda, además de las variadas críticas de los partidos políticos, incluso de los presidenciables de la Nueva Mayoría.
Ernesto Evans es El Dínamo.
Entender la relación entre la Nueva Mayoría y La Moneda requiere echar mano a la Teoría de la Intencionalidad, como las que se ahondan en la filosofía de la mente. La intencionalidad es aquello que deseamos, que pensamos, lo que nos mueve o motiva. Son estados de la mente que tienen un contenido y pueden motivar una acción. La conciencia permite elevarnos y dar cuenta como es que pensamos, por qué deseamos algo o nos motivamos (what it is like).
En la política, hay actores que creen cosas, piensan o desean que sucedan, pero, opino, no necesariamente tienen conciencia del efecto de pensamientos, motivaciones y sus acciones. Para comenzar, tenemos al gobierno, a los partidos políticos y el parlamento del conglomerado gobernante, y su circunstancia reciente: el mal resultado de las elecciones. Más en específico, por una parte está el actor “Comité Político” que presidente la Presidenta Bachelet; y por otra parte, los partidos políticos, los diputados y senadores de la Nueva Mayoría.
Y esta relación entre ambos cruza por un detrimento que, en este escenario, sólo frenará su descomposición total la imagen del ex Presidente Piñera instalado en sillón presidencial el 2018 en la mente de estos actores. El fantasma de la pérdida del gobierno y otros cuatro años dejos del poder es, finalmente, el ungüento mágico que seguramente aliviará las actuales tensiones, los enojos y las críticas dentro del pacto oficialista.
La señal, -a mi juicio bordeando lo irresponsable-, de no aprobar el proyecto de ley de reajuste del sector público el miércoles 2 de noviembre, es una más; sin embargo, fue posterior a la queja de la DC (que con ella no se juega) y su congelamiento con la Moneda, además de las variadas críticas de los partidos políticos, incluso de los presidenciables de la Nueva Mayoría.
Cabe la pregunta sobre lo mal que le fue en las elecciones a la Nueva Mayoría ¿Fue sólo responsabilidad del gobierno? Difícil de creer. Aún más, si el rechazo del reajuste propuesto por el Ministro Valdés hubiese sido antes de las elecciones, probablemente hubiese sido peor el resultado y/o mayor la abstención. Muchos miramos con estupor este tipo de “malas señales” que envía el mundo político, porque terminan siendo confusas. La mayoría de los chilenos tienen apenas un reajuste del IPC, y la población entiende claramente cuando hay que ser rigurosos con las finanzas públicas. Luego, lo de la Cámara probablemente tenga como efecto un mayor rechazo en las mediciones sobre la percepción de los dipitados.
Cuándo la Cámara de Diputados da una indicación pública como esa, la percepción de la gente suele ser mala. Hay claramente una intencionalidad, acciones concretas del mundo político, mandar una señal (¿cuál?), pero sin conciencia del auto flagelo que tendrá como resultado, si se puede, en una peor evaluación que la que hoy tienen.
Pero volviendo a la relación tensionada mencionada en los primeros párrafos, hay una intencionalidad política de los partidos y de los parlamentarios de endosarle la culpa cien por ciento al gobierno. Probablemente sea Michelle Bachelet y sus reformas precipitadas, -sobre el dominio incomprendido de lo refundacional-, los mayores culpables; probablemente el Caso Caval le hizo un daño irreparable. Pero los partidos de la Nueva Mayoría, todos, perdieron votos, y esto también es por la mala imagen del Parlamento y los líderes de las coaliciones. Luego, pese a la intencionalidad-inconsciente de los políticos de la Nueva Mayoría, hay una conciencia colectiva que percibe claramente que no hay un solo culpable, y no es cosa de señales inentendibles, sino de asumirlo y trabajar para el futuro.