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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Triunfo de Trump: la izquierda debe acabar con la indignación

Hay que traer un poco de realidad al debate: Trump no ganó por exceso de política, sino por la inexistencia de esta. Porque quienes están llamados a politizar y dirigir las molestias y las necesidades no están en ninguna parte. No hay fuerzas fuertes de izquierda capaces de acabar con los indignados y transformarlos en sujetos de derecho conscientes de sus clases, sus privilegios y sus requerimientos.

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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

El triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas viene a coronar un año de reacciones indignadas. Los movimientos sociales alrededor del mundo que en algún momento propusieron algo, hoy son pisoteados por otros no se mueven tanto y que no dicen nada salvo odiar e indignarse. Sólo quieren seguir donde están y desechar todo lo que huela a ideas políticas llenas de retórica democrática. Señalan que se cansaron del establishment, pero lo cierto es que con sus decisiones lo perpetúan.

Si bien muchos consideran que Trump es algo así como una respuesta en contra de los vicios políticos, lo concreto es que también lo podemos interpretar como la señal clara de que la ciudadanía mundial dejó de diferenciar entre política y ciertos políticos, y metieron todo en el saco para así refugiarse en el poder de facto como un gran y cómodo colchón.

El magnate no es lejano a lo establecido en los últimos treinta años. Uno puede revisitar videos de campañas republicanas años atrás y verá al millonario dando opiniones políticas sobre lo que sucedía. Y eso no es todo, porque también se codeaba con muchos de los que luego criticó durante su candidatura.

Pero eso no se dice porque Donald fue inteligente y entendió que los vientos de la indignación no distinguen y tienen memoria solamente para lo que les conviene. Además, en una sociedad tan televisada como la gringa, al tipo que prefería ver un reality antes que interesarse por lo que pasaba en la “plaza pública”, el empresario le parecía alguien cercano y pragmático. Un líder que despedía personas en The Apprentice, dándole una connotación muy importante a cosas que realmente no lo fueran. Y por eso, en un contexto como el actual en donde hay mucho enojado pero poco que realmente sabe por qué lo está, el actual presidente electo de EE.UU. era la solución a todos los problemas.

Pero lo que sucedió esta semana es sólo parte de lo que viene pasando hace ya un tiempo, y tiene que ver con la expresión misma de años y años de despolitización en varios países de nuestro planeta. Porque hay un sistema que convirtió a los ciudadanos en compradores que manifiestan su sensación de molestia como quien va a reclamar a un mesón de un supermercado porque el producto que le vendieron no lo satisface, aunque no sepa realmente por qué.

Es ahí en donde, según mi opinión, debe entrar una izquierda que está ausente. Ya que lo sucedido mundialmente se debe a que el progresismo se doblegó frente a un sistema democrático que nos muestra sus falencias constantemente sin hacer ningún mea culpa. No lo ponen en duda, no se preguntan acerca de su funcionamiento y sus vicios, sólo se quedan en la esquina mirando y pidiendo respeto por las instituciones, como si no hubiera un trabajo político que hacer para que esas instituciones sean precisamente restauradas y respetadas.

Hay que traer un poco de realidad al debate: Trump no ganó por exceso de política, sino por la inexistencia de esta. Porque quienes están llamados a politizar y dirigir las molestias y las necesidades no están en ninguna parte. No hay fuerzas fuertes de izquierda capaces de acabar con los indignados y transformarlos en sujetos de derecho conscientes de sus clases, sus privilegios y sus requerimientos.

Y eso pasa también acá en Chile, en donde el futuro se ve incierto, y quienes reclaman prefieren no ir a votar porque no están conscientes del lugar que habitan y la comunidad de la que forman parte y requiere ser mejorada.

Por ello es que cabe llamarle a atención a quienes levantan ideas de avanzada para que entiendan que esta es una derrota más de sus ideas-como a las mías también- a lo largo del mundo. Y esto se debe a no saber convocar y, por el contrario, esconderse tras un liberalismo pseudo “progre” que no atiende el gran debate ideológico que no se está dando y que, salvo algunos pocos casos, nadie quiere llevar a cabo realmente.

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