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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Fernando Atria y la necesaria revitalización ideológica del Partido Socialista

Es sumamente relevante que se discuta sin miedo a poner en duda paradigmas que fueron instaurados por la dureza militar, para luego ser consolidados bajo la temerosa mano democratacristiana. Ya que esa pareciera ser la única manera en que los proyectos vuelven a adquirir solidez para así generar permanencia en el tiempo.

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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

En el Partido Socialista tienen clara una sola cosa: no quieren levantar como candidato a Ricardo Lagos. No lo reconocen como parte de sus filas, ni menos lo ven como la figura con la que quieren proyectarse. Con tal de no obedecer a lo que el ex gobernante ha venido exigiendo hace varios meses- lo que básicamente consiste en que lo proclamen de manera inmediata-, los socialistas incluso son capaces de unirse tras el nombre de un José Miguel Insulza que no representa nada muy diferente, pero que ha cumplido con ciertos requisitos que parecen fundamentales para postular por el PS: no decir nada concreto, hablar ciertas generalidades agradables a los oídos del establishment, y mostrar posiciones ambiguas respecto al pasado y el futuro de la Nueva Mayoría.

Insulza pareciera ser el hombre indicado para un partido que se olvidó lo que significaba ser socialista, ya que estrictamente el ex agente ante La Haya nunca lo ha sido del todo, y no parece tener un gran compromiso con una historia y un nombre que no le parecen suyos, ni lo suficientemente relevantes para el imaginario chileno.

José Miguel entró en las filas de la colectividad para combatir a la dictadura en los ochenta, luego de ser exiliado y antes haber pertenecido al Mapu, lugar al que corrían aquellos demócratacristianos que querían ser revolucionarios por algunas semanas. Por ello es que todo indica que no entiende muy bien la crisis en la que se encuentra un partido de la magnitud histórica que tiene el Partido Socialista, hoy en día, al marginarse de las ideas de avanzada y negarse a un debate ideológico que resulta de suma importancia en los tiempos que corren. Sobre todo si es que entendemos que cierta izquierda debe reconocerse como tal, para dejar de hablar de Pinochet sólo como persona y así, de una vez por todas, comenzar realmente una crítica a su catastrófica herencia.

Pero parece que eso a muchos les asusta. Sienten incluso vergüenza de pertenecer a un partido de izquierda, y si pudieran le cambiarían el nombre para que no resultara tan violento para ese clima de “consenso” que aún algunos creen que es el secreto del éxito, aunque la historia diga todo lo contrario. Por lo que la sola idea de que exista un movimiento que se llama Izquierda Socialista, que levante como precandidato a un Fernando Atria que intenta llevar a cabo ese debate ideológico, les parece terrorífico.

Atria ha comenzado quizá uno de los procesos más interesantes al interior de la Nueva Mayoría-y particularmente dentro del que fue el principal partido de la Unidad Popular-, al poner ideas en movimiento, y no seguir convirtiendo al PS en un viejo buque de guerra que sólo sirve para sacarse fotos en él. Por esto es que el abogado constitucionalista está incomodando en sus propios asientos a quienes quieren cómodamente quedarse en La Moneda sin repensarse o, en cambio, ser derrotados sin haber entendido que la batalla ideológica se está perdiendo hace años, y no se hace ningún esfuerzo por dar la pelea.

Por lo tanto, parece de suma importancia que quienes militan al interior de la histórica colectividad, y no le teman al renacer de una izquierda que no se merece seguir escondiéndose tras conceptos liberales con tal de no parecer dura ante los “sensibles” ojos de la derecha, sean capaces de entrar en la discusión. Es sumamente relevante que se discuta sin miedo a poner en duda paradigmas que fueron instaurados por la dureza militar, para luego ser consolidados bajo la temerosa mano democratacristiana. Ya que esa pareciera ser la única manera en que los proyectos vuelven a adquirir solidez para así generar permanencia en el tiempo.

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