Incendios forestales: más que árboles quemados
¿Cómo se pueden revertir estos impactos? Una de las formas de hacerlo es a través de la restauración ecológica, que permite acelerar procesos naturales con el objetivo de recuperar la salud de un ecosistema degradado.
Por Carlos Vergara y Trevor Walter
Programa Bosques de WWF Chile
Humo, fuego, calor extremo y árboles quemándose. Esa es para muchos la primera imagen que se viene a la mente al momento de hablar sobre incendios forestales, siniestros que han marcado el cierre de año en el país por la gran magnitud alcanzada. Tanto es así que en una sola semana se llegaron a quemar 10 mil hectáreas, el equivalente a algo así como 20 mil canchas de fútbol, un cuarto de todo lo arrasado durante la presente temporada.
Sin embargo, es importante no pasar por alto que tanto el número de incendios como la cantidad de hectáreas afectadas, indicadores más utilizados para evaluar el impacto del fuego, logran representar solo una de las dimensiones del daño generado por las llamas. Y es que los incendios forestales son mucho más que árboles quemados.
Un efecto muy relevante es la pérdida de especies y la alteración del hábitat de las mismas, donde un factor clave es poder discernir y establecer el tipo de bosque que ha sido consumido. Porque no son los mismo 100 hectáreas de bosques prístinos (sin alteración), que albergan una gran biodiversidad, que 100 hectáreas de bosques degradados, que ya han perdido parte de su cobertura vegetal y biodiversidad.
En cuanto a la afectación de especies, junto con árboles, arbustos y plantas, hay animales a los que les es casi imposible escapar de las llamas, como gran parte de los microvertebrados (ranas, sapos y distintos tipos de reptiles, entre otros) y también invertebrados, como insectos y gusanos o nemátodos. Asimismo, como se indicaba anteriormente, el lugar en donde ocurra el incendio incide directamente en su impacto. Por ejemplo, en Nahuelbuta existe registro de solo 88 individuos de zorrito de Darwin (Lycalopex fulvipes) por tanto un siniestro en este sitio podría tener un efecto abrumador sobre gran parte de esta población, que está en peligro de extinción. Y en la Selva Valdiviana, el emblemático monito del monte (Dromiciops gliroides) igual es una especie en peligro y que tiene muy poca movilidad en términos de poder escapar de un incendio.
Todas estas especies que podrían verse afectadas son parte integral del ecosistema y aportan a su estabilidad y resiliencia como portadores de semillas, fertilizadores, o en otros casos control de plagas.
Entonces, como hemos visto, el fuego puede afectar gravemente la estabilidad de los ecosistemas al modificar la estructura y composición del suelo, de las especies, alterando las dinámicas sucesionales así como diversas interacciones críticas para el ecosistema.
Estos efectos también alcanzan a los seres humanos, ya que por todo lo anteriormente descrito, los incendios pueden deteriorar los bienes y servicios ecosistémicos y sociales que el bosque entrega, tales como la provisión de agua, alimentos, plantas medicinales, claves para las economías rurales.
Esta pérdida de funcionalidad ecosistémica es muy difícil de recuperar, produciéndose incluso procesos erosivos por pérdida de suelo y de degradación que hacen más duraderos los efectos de los incendios.
¿Cómo se pueden revertir estos impactos? Una de las formas de hacerlo es a través de la restauración ecológica, que permite acelerar procesos naturales con el objetivo de recuperar la salud de un ecosistema degradado.
Sin embargo, considerando el hecho de que el 99% de los incendios forestales son causados por la acción humana, los mayores esfuerzos deben estar en la prevención. Esto, a través de la educación ambiental y campañas como #LaFaunaEstáQueArde, de Faunanimo, son aportes muy valiosos en este objetivo, visibilizando además a las especies que se ven impactadas.