La reina y la banalidad del Festival de Viña del Mar
Pueden llamarme amargada o exagerada, pero como psicóloga, analizo el Festival de Viña del Mar con profundidad y con preocupación. Siento el llamado social de que debemos de preocuparnos de lo realmente importante. No banalicemos esto. No digamos “ah no es tan importante” porque sí lo es.
Janet Noseda es Psicóloga. Magister en psicología clínica. Especialista en género y diversidad sexual.
No soy una fanática del festival de viña. Nunca lo he sido o quizás lo fui de niña, cuando no me preocupaba tanto de los problemas políticos y sociales del país. Sin embargo ahora, a mis treinta y cinco años, siento que mientras como sociedad discutimos aspectos relevantes que nos atañan a todos y todas por igual, cuando llega el festival, estos asuntos quedan en el aire y se da paso a una banalidad burda. Empecemos por el día de la gala.
¿No es una burla lucir vestidos millonarios, joyas millonarias y que se analicen hasta las manos mientras cientos de personas víctimas de los incendios forestales, lo perdieron todo?, ¿mientras hay ancianos que viven con míseras pensiones?, ¿mientras la riqueza de este país está concentrada en el 1% y el resto debemos batírnosla como podamos?, ¿qué les estamos enseñando a nuestros hijos… que un vestido y tu pinta es lo importante? Me molesta y me violenta la gala del festival de viña del mar. Me molesta la frivolidad, la banalidad y el que nos preocupemos de algo que en su esencia, es plástico.
Ahora analicemos el festival en sí. Muestra internacionalmente un país “feliz”, con espectáculos y fuegos artificiales. ¿Lo somos? Habría que preguntarle a la mujer mapuche que parió engrillada, a los niños de comunidades mapuches baleados, a las personas de la diversidad sexual atacadas y violentadas, a los familiares de las mujeres víctimas de femicidios, a ese 74% de abuso sexual infantil que pareciera que a nadie le importa, a las mujeres víctimas de violación y a ese alto porcentaje de niñas entre 7 y 11 años víctimas de incesto que son obligadas a parir, entre tanta otra gente.
El festival de Viña nos hace creer que somos importantes, los jaguares de América, los que tienen un festival internacional y lo cierto es que somos uno de los cinco países en el mundo, incluyendo el país del Vaticano, que prohíben el aborto en su totalidad, con 140.000 abortos en condiciones peligrosas al año. Somos un país homofóbico, donde los legisladores aún están estancados en que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, cuando gran parte del mundo tiene matrimonio igualitario y no es tema si dos gays adoptan a un niño.
Somos el país con la dictadura más feroz de América Latina, donde reina un pacto de silencio de las FF.AA. que dejó a miles de familias que aún buscan a sus seres queridos para poder darles sepultura. Somos el país donde cada mañana en el desierto, mujeres escarban la tierra en busca de huesos para saber si han encontrado una parte de sus seres queridos desaparecidos.
Somos el país donde los culpables de tanto dolor, están “presos” en un hotel cinco estrellas. Somos un país donde la gente aún debate si es que las personas gay se pueden “convertir” en heterosexuales a través de la iglesia. Somos el país donde existen AFP que nos dejan con una miseria de jubilación e isapres que no aceptan personas que tengan una enfermedad. Esta es la verdad, aunque nos duela.
Analicemos ahora a la reina del festival de viña del mar. Miles fuimos las que marchamos por NI UNA MENOS, rechazando el machismo y el femicidio, sin embargo, este festival “que no le hace daño a nadie”, muestra a mujeres semi desnudas que compiten por una corona, mientras los músicos, en su gran mayoría hombres, son los que cantan y son protagonistas del festival. ¿Nosotras?, para variar somos el gomero. El lugar de la mujer es según la pinta de su vestido o cuanto muestra para que la coronemos reina del festival.
¿Qué significado tiene esa corona? El que te utilizaron como objeto, te cosificaron y no tuviste ningún otro mérito que ser la que más carne mostró. Está estudiada la cosificación en los medios de comunicación y hace alusión a mostrar el cuerpo de las mujeres como una cosa, un objeto, no como una persona. Así, se usa el cuerpo para vender una mercancía o partes del cuerpo incluso, como en el caso de Miss Reef. Esta cosificación profundiza los prejuicios machistas en la sociedad, da el mensaje a las niñas de que son valoradas siempre y cuando sean flacas 90-60-90… una imagen distorsionada y cruel del cuerpo de las mujeres.
Pueden llamarme amargada o exagerada, pero como psicóloga, analizo el Festival de Viña del Mar con profundidad y con preocupación. Siento el llamado social de que debemos de preocuparnos de lo realmente importante. No banalicemos esto. No digamos “ah no es tan importante” porque sí lo es.
Es un mensaje que estamos dando a la sociedad y a nuestros niños y niñas. Yo esperaba que no hubiera gala después de lo ocurrido por los incendios forestales, pero habrá igual. Espero que por lo menos los humoristas no se rían de las mujeres, de los homosexuales o nos muestren que los borrachos son inocentes, simpáticos y chistosos. Bueno, espero que algún día nos unamos para concentrarnos en tanto pero tanto, que le hace falta a este país.