Mujeres que crían hombres machistas
¿Cómo podemos criar niños y niñas no machistas? Cambiando nuestro vocabulario, dándole juguetes a los niños y niñas que sean de género neutro o de ambos géneros. Enseñémosle a los niños que tienen trato igualitario en comparación con las hijas. No digamos que hay que servirle al papá porque llegó cansado del trabajo. Si tenemos hijos e hijas, tratémoslos con igualdad.
En el último tiempo, las mujeres hemos visto cómo se ha levantado la voz de la sociedad entera para decir BASTA DE VIOLENCIA MACHISTA HACIA LAS MUJERES. Alegamos porque somos víctimas de acoso callejero, por los femicidios, por el sexismo en la televisión, por hombres que piensan que somos objetos de su propiedad y por chistes machistas en grandes festivales. Como Psicóloga especialista en género, he reflexionado sobre esto. ¿De dónde nacen todos estos machismos? Pues de nosotras mismas. Somos nosotras quienes criamos a esos hombres machistas y a esas mujeres sumisas, con frases que parecieran inocentes pero que en realidad están formando prejuicios y creencias machistas tanto en hombres como en mujeres. “Los hombres no lloran”, “si ese niñito te pegó, es porque quizás te quiere”, “quien te quiere te aporrea”, “búscate una buena mujer, que tenga la casa limpia y ordenada”, “búscate a una señorita de su casa”, “las señoritas no se visten así”, “si quieres que te tome en cuenta como polola, no te vistas tan provocativa porque das el mensaje erróneo”, “si te acuestas a la primera, no te va a tomar en cuenta”, “esa niñita es muy provocativa para ti, se nota que no es una señorita”, “si se acuesta a la primera contigo, lo hace con todo el mundo”, “deja que tu hermana haga el aseo”, “si te acuestas con muchos, nadie te tomará en serio”, “le pegó a su esposa porque se lo buscó”, “su papá trabajó todo el día, hay que atenderlo”, “más llorón que su hermana”… y así muchas más frases con las que criamos a nuestros hijos e hijas inculcándoles el machismo y sexismo, ¿y luego alegamos por ni una menos?
Si queremos un mundo mejor, con menos violencia y más igualitario, debemos re pensar la forma en que criamos a nuestros niños y niñas. Pensemos por ejemplo en los juguetes que les compramos. La masculinidad hegemónica plantea que los hombres deben ser viriles, tener muchas parejas sexuales, rendir siempre en el sexo aunque no quieran tener sexo, ser fuertes, competitivos y agresivos, ¿y que juguetes les compramos?, pistolas (agresividad), autos (competencia), robots (fuerza), camiones y tractores (fuerza). Pensamos que son juguetes inocentes, cuando lo que hacemos es fomentar los significados de la masculinidad hegemónicas. ¿Alguien me puede explicar por qué un niño no puede jugar con muñecas o accesorios de cocina? Y ahí viene el miedo a que salga afeminado o gay. Son nuestros propios miedos y homofobia los que imperan en estas conductas. ¿Y qué le compramos a nuestras hijas? Barbies 90-60-90 (belleza hegemónica), princesas (belleza y dulzura), accesorios de cocina, les hacemos ver películas donde las mujeres somos dulces, sumisas, cantamos con los pajaritos, somos bellas y nos salva un hombre para ser felices. ¿Qué pasa con que una mujer sea masculina, no dulce como las princesas?, ¿qué pasa con aquella niña que no quiere jugar a la cocina sino a ser bombero o médico? ¡Les enseñamos desde tan chiquititas el imperativo de que DEBEN cumplir con ciertos parámetros de belleza, para llegue el príncipe azul y sean felices para siempre”. ¿Qué pasa con nosotros como padres y madres, si tenemos una hija más masculina? Vergüenza y preocupación. Retos para que sea más delicada. La feminidad hegemónica nos obliga a cumplir con el parámetro de belleza de 90-60-90, a depender de un hombre siendo su esclava lavándole la ropa, cocinándole… aún cuando nosotras también trabajemos y estemos cansadas. Nos enseñaron a repimir nuestro deseo sexual, para que “no vaya a pensar que soy fácil”, cuando a los hombres se les palmotea en la espalda cuando tienen múltiples parejas sexuales. He conocido niñas adolescentes con Anorexia y Bulimia, que sufren por no cumplir con los estereotipos de belleza a un punto límite. Sueñan con esa figura de Barbie y temen de que nadie las querrá sin son gordas. Su auto estima depende cómo se ven y pucha que cuesta sacarlas de ese entramado de mandatos sociales, aún cuando son las propias madres quienes fomentan estas conductas.
¿Y qué sucede con el hombre que comete un femicidio? Piensa que es superior a la mujer, que puede controlarla, verla como su propiedad, castigarla, ser su dueño. Alguien crió a ese hombre de esa manera y podemos prevenir que no existan más femicidios si estamos atentos a cómo criamos a nuestros hijos.
Creo que tenemos una enorme responsabilidad para crear un mundo más igualitario y justo. ¿Cómo podemos criar niños y niñas no machistas? Cambiando nuestro vocabulario, dándole juguetes a los niños y niñas que sean de género neutro o de ambos géneros. Enseñémosle a los niños que tienen trato igualitario en comparación con las hijas. No digamos que hay que servirle al papá porque llegó cansado del trabajo. Si tenemos hijos e hijas, tratémoslos con igualdad. Si tenemos un adolescente que tiene muchas parejas sexuales que trata como objeto, preguntémosle si le gustaría que lo trataran así. Enseñémosle a nuestras hijas que no son fáciles si tienen muchas parejas sexuales, que sí encontrará a un hombre que la valore por lo que es, independiente de su conducta sexual. Soy una convencida de que si criamos a nuestros hijos desde una actitud respetuosa e igualitaria, tendremos menos violencia de género, menos femicidios. Podemos prevenirlos. Depende de nosotros y nosotras.