Lo nuevo de The Shins: dulzura para el alma
Heartworms no es un disco imprescindible, sin embargo es amable y poco pretencioso, creado por un artista que deja ver que su corazón está limpio. La encantadora timidez de la voz de James Mercer es una caricia que fluye por nuestros oídos hasta llegar al alma. The Shins es dulzura, es dejarse querer, algo que nunca está demás por estos días.
La nostalgia nos abofetea a todos. Así lo demuestra The Shins con Heartworms, quinto material de estudio que vio la luz el 10 de marzo pasado. Y es que el prolífico James Mercer vuelve a la carga con todo para asumir la total responsabilidad de la citada entrega con un trabajo en solitario. Porque The Shins es él, no es una banda. Alguna vez lo fue, hasta que en el 2008, una vez finalizada la gira de promoción del exitoso Wincing the night away (2007), cada integrante emprendió su rumbo.
Posteriormente y en paralelo, Mercer formó el dúo Broken Bells junto a Danger Mouse y del mismo modo lanzó un cuarto disco bajo el nombre de The Shins, titulado Port of Morrow (2012). Para la gira de dicha entrega, el solista de 46 años, convocó a músicos cercanos con el fin de apoyarlo en las presentaciones en vivo.
Mercer concibió una pieza con letras dulces y melancólicas que hablan de paternidad, feminismo y muerte, además de revisitar su juventud con reflexiones y recorridos por lugares del pasado. Junto con eso, continuó la línea que lo caracteriza: melodías pop, livianitas y luminosas; ideales para musicalizar la lectura de diarios y el desayuno de los domingos. Eso sí, incorporó influencias del pop de sintetizadores ochentero, lo que convierte a Heartworms en una propuesta de mayor riesgo que las anteriores.
De las once canciones, se destacan “Painting a Hole” cuyos sonidos electrónicos demuestran la evolución de su creador junto a Broken Bells. “Mildenhall” es una joyita hermosa y emotiva; country por donde se le escuche pero con una base electrónica, una canción en donde Mercer habla sobre la temporada que pasó en Inglaterra junto a su familia debido a un traslado profesional del padre. De esta forma cuenta como empezó en la música y se transformó en lo que es hoy. Muy linda y emocional.
La canción que le da el nombre al disco tiene coros que recuerdan a los Beatles de principios de los sesentas y “The Fear”, encargada de cerrar, es de una belleza y nostalgia infinita.
Este nuevo material también deja ver ese delicado encanto, característico de The Shins, que ha seducido en varias oportunidades a la industria de películas independientes estadounidenses que musicalizan con los éxitos de Mercer —Garden State (2004), Wish I was here (2014)—. Por otro lado, el responsable del diseño de la llamativa carátula es el ilustrador Jacob Escobedo, conocido por sus colaboraciones con The New Yorker y Cartoon Network, además de trabajar constantemente con Broken Bells y Vampire Weekend.
Heartworms no es un disco imprescindible, sin embargo es amable y poco pretencioso, creado por un artista que deja ver que su corazón está limpio. La encantadora timidez de la voz de James Mercer es una caricia que fluye por nuestros oídos hasta llegar al alma. The Shins es dulzura, es dejarse querer, algo que nunca está demás por estos días.