Fraude en Carabineros
"Tales irregularidades deben plantear la necesidad de un rol preponderante de la Contraloría General de la República, que es la que tiene que velar por la legalidad de las acciones y la probidad de las instituciones, por sobre los controles internos".
Durante los últimos días hemos visto como el fraude en Carabineros de Chile ha hecho una lamentable noticia. Es un duro golpe para una institución que goza de alta credibilidad y respeto entre los chilenos. Lo conocido hasta ahora es que a través de la manipulación de cuentas bancarias se traspasaron dineros desde una cuenta corriente fiscal a cuentas de terceros, generando una pérdida importante de patrimonio.
Esta información ha causado evidente sorpresa, no sólo por lo elevado del monto que podría haber sido defraudado, sino también por el extenso período que logró operar esta pequeña mafia sin haber sido detectada, ya que de acuerdo a los antecedentes proporcionados, los ilícitos se habrían perpetrado entre 2010 y 2015. Sin embargo, es valioso que las investigaciones internas -a pesar de su lentitud- hayan finalmente operado. También es un potente gesto de transparencia a la ciudadanía que el pasado lunes 6 de marzo el General Director de Carabineros, Bruno Villalobos, haya salido a dar la cara poniendo todos los antecedentes a disposición del Ministerio Público, así como también que haya dispuesto la baja inmediata de los uniformados implicados, que en la mayoría de los casos se trataría de responsabilidades administrativas. Es probable que este caso, así como lo que sucedió al interior del Ejército, se deba -además de faltas graves a la probidad- a un ejercicio insuficiente de los roles fiscalizadores internos.
Tales irregularidades deben plantear la necesidad de un rol preponderante de la Contraloría General de la República, que es la que tiene que velar por la legalidad de las acciones y la probidad de las instituciones, por sobre los controles internos. Estos organismos demostraron que su fiscalización no fue suficientemente efectiva. Es necesario que, así como otras instituciones del Estado, las fuerzas de orden avancen en transparencia y probidad, características necesarias para enfrentar el clima de desconfianza actual.
Por último, dado que la institución es una de las más cercanas y queridas por parte de la ciudadanía, es necesario replantear los mecanismos y procesos fiscalizadores internos en Carabineros y en toda la administración pública, que vaya en la línea con mayores demandas de transparencia y que permita evitar este tipo de lamentables situaciones. A ello debemos añadir la necesidad de castigos ejemplarizadores y de la vigencia de una ética profesional como factor crucial en el desempeño de los funcionarios públicos.