El amor ideológico de La Tercera hacia Piñera
Para los medios las características del ex Presidente parecen ser más rescatables, por la simple razón de que su dudosa vida política y empresarial son el producto más visible de este sistema.
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
No pretendo defender a la familia Bachelet ni justificar los terrenos que compran o dejan de comprar. No me interesa ser un escudero de la Presidenta, y mucho menos es mi intención poner mi pecho para recibir las balas que la derecha dispara disfrazándolas de noticias. Sólo me interesa que nos demos cuenta de lo que vimos el domingo al leer una noticia en la que se suponía intenciones poco claras por parte de la hija de la mandataria al comprar una parcela en un terreno conflictivo.
Lo que vimos no fue periodismo de calidad, ni mucho menos una noticia que solamente pretendía informar a la población. Al contrario, fue una manera más de hacer política utilizando el ejercicio periodístico, como también la tan manoseada libertad de prensa que es hegemonizada por empresarios dueños de medios de producción. O sino no se entiende que toda la semana anterior ese mismo medio haya omitido información que comprometía al principal candidato del sector que lo representa ideológicamente.
Seamos concretos: en medios como La Tercera hace bastante tiempo que el trabajo del periodista se mueve de acuerdo a agendas ideológicas más que temas reales y concretos. Las noticias dependen de lo que le interesa poner sobre el escenario político más que realmente informar, y eso sucede porque en Chile existe más funcionarios que periodistas. Más esforzados trabajadores de un relato que reporteros que pretendan realmente hacer su trabajo.
Ahora usted se preguntará, ¿es malo que los medios tengan ideas políticas? No, para nada. Pero en un contexto de tal concentración mediática lo que se pide es que estas se transparenten, ya que se crean sensaciones país que no tienen mucho que ver con el Chile diario, pero sí con agendas políticas.
Porque, ¿no es acaso la nota sobre el terreno adquirido por Sofía Henríquez Bachelet, independiente si tenga efectos reales en el proyecto Dominga, una manera de desviar la atención e instalar ideas y percepciones? A mí parecer sí. Según creo, ese reportaje de La Tercera es otro intento por ahondar en esa duda instalada acerca de la transparencia de la familia presidencial-que, admitamoslo, podría tener justificación a raíz del caso Caval-, pero sobre todo tiene como objeto alimentar el siguiente relato hegemónico: gente con pasado de izquierda a cargo del Estado es más peligrosa que un empresario que se mueve bajo las lógicas del mercado, incluso cuando ejerce como Presidente de la República.
Eso es lo que se desprende de esto. Pareciera que, aunque muy pequeña sea la cifra del arriendo, hay ciertas líneas editoriales en las que pertenecer a cierto mundo es un delito de por sí. Ya que, según podemos entender de lo leído, para un Chile que se reinventó neoliberalizando incluso el ejercicio político, y que entiende la inteligencia como la capacidad de adquirir bienes y acciones, quien osa pertenecer a otro lugar político-aunque hoy en día las diferencias no sean muchas-, es visto como alguien que casi nace con un pecado original.
¿Es un pecado pertenecer a la familia Bachelet y algo así como una virtud ser un Piñera? Para el ciudadano común no. Ninguna de las dos familias representan ningún tipo de valor, sin embargo para los medios las características del ex Presidente parecen ser más rescatables, por la simple razón de que su dudosa vida política y empresarial son el producto más visible de este sistema. Y defenderlo a él es precisamente defender esta lógica política y económica que ha reinado en los últimos veinte años. Por lo que lo podríamos llamar un “amor ideológico”.
Por eso es que incluso son capaces de insinuar que una chica de 21 años sería más peligrosa que un multimillonario manejando sus negocios y el país al mismo tiempo.