Monserrat Álvarez y el piropo inofensivo
Señores hombres y personas que piensan como Monserrat Álvarez: los piropos no son bonitos ni inofensivos. Ustedes provocan temor e incomodidad la mayoría de las veces.
Janet Noseda es Psicóloga. Magister en psicología clínica. Especialista en género y diversidad sexual.
“No sé si estoy tan de acuerdo con iniciativas antipiropos.A mi edad a veces se agradece un juitjuiu en la calle. Cuando chica era muy molesto. Debieran permitirlo para cuando la piropeada es mayor de 40”.
Esas fueron palabras de la periodista de Canal 13, Monserrat Álvarez. Cuando discutimos acerca del acoso callejero, son los hombres los que suelen argumentar que los piropos son inofensivos o que es algo natural o casi instintivo el que se les “vayan” los ojos y miren. Pero en este caso fue una mujer, por lo que es necesario decir algunas cosas. Es curioso lo que pasa en Chile, ya que no en todos los países y culturas a los hombres se les van los ojos.
He visitado varios lugares y sólo en Ciudad de México existía la cultura del acoso callejero como en nuestro país, pero en Buenos Aires, Río de Janeiro y Cuba, ningún hombre miraba mi cuerpo ni me gritaba o silbaba. En esos lugares no existe una “naturaleza” o “instinto”, sino educación y respeto que acá no hay, entre otras cosas, por comentarios como los de la comunicadora de la ex estación católica.
Como muchas, soy ciclista y los últimos días he sentido mucho calor y he salido a andar en bici usando shorts. Pues bien, terminé sintiendo miedo, pues me silbaban y me decían cosas, mientras yo calculaba en mi mente cuánto faltaba para que se oscureciera, por miedo a que me hicieran algo. Ahora salgo con calzas, aunque me muera de calor.
Señores hombres y personas que piensan como Monserrat Álvarez: los piropos no son bonitos ni inofensivos. Ustedes provocan temor e incomodidad la mayoría de las veces. La sensación cuando miran tu cuerpo, tus senos, tus nalgas y hasta tu vagina es el de estar expuesta, casi desnuda andando por la calle y da vergüenza y pudor. Es como cuando estás en el Metro, muy apretado, y te sientes incómodo cuando otros traspasan tu metro cuadrado. Así es con nuestro cuerpo. Las miradas que traspasan el metro cuadrado nos hacen sentir mal, incómodas. ¿Tanto cuesta ser empáticos y ponerse en nuestro lugar? Un piropo no es inofensivo, no es bonito. Es violencia.
Yo he tenido experiencias de hombres que te gritan en medio de la calle “mijita rica” o “rica” mientras la gente de la calle te mira y a ti te da vergüenza. Somos muchas, muchísimas, las que no pensamos como Monserrat. También he tenido experiencias de hombres que “educadamente” te dicen que eres preciosa. En ambos casos, la sensación es de vergüenza e incluso asco: entiende, nadie te pidió la opinión acerca de nuestros cuerpos. Comentarios como el de la periodista no hacen más que naturalizar el acoso callejero, de minimizarlo o de hacernos sentir alharacas. Dejémos de escudarnos en la “picardía del chileno” o en el “Chile país de poetas”. En otros países, especialmente los desarrollados, los hombres simplemente guardan silencio.
Ese instinto masculino de mirarnos se cae cuando preguntamos por qué las mujeres no andan por la calle gritándoles o susurrándoles al oído a los hombres (ok, seguramente un par de ellos dirán “a mí sí me pasó”… pero pongámonos serios, no es la norma). ¿Por qué no lo hacemos si también somos animales con instinto? Porque a las mujeres nos crían siendo objetos que son propiedad de los hombres, objetos por y para los hombres, pero nunca sujetos. Con esto me refiero a que un sujeto es alguien con derechos, activo y un objeto es lo que usa un sujeto. El objeto nunca será activo. Sólo será eso, un objeto y en esta sociedad, las mujeres somos objetos para la mirada y placer de los hombres y los hombres son sujetos y como sujetos, se sienten con el derecho de mirar y opinar de estos objetos que en la publicidad aparecen semi desnudos par placer de ellos. Nosotras, en cambio, somos criadas siempre para ser bellas y llamar la atención de los hombres, no para ser sujetos, personas activas con derechos, seres políticos.
Por eso guardamos silencio en la calle, no miramos aunque alguien nos parezca guapo o lo hacemos de reojo, no susurramos al oído. Por eso, Monserrat y todos los que creen en el “piropo inofensivo”, traten de reflexionar acerca de esta sociedad tan desigual entre hombres y mujeres. A ustedes, hombres, nadie les mira el pene, nadie les susurra y no les gritan en el paradero. ¿Por qué nosotras, las que no pensamos como Monserrat, sí tenemos que sufrir esto? Lo que pido es que sean empáticos y reflexionen acerca de esta sociedad y el rol de las mujeres en ella.
Pensemos antes de lanzar frases al voleo, más si tenemos un rol público, como ser rostro de noticias de un canal. Hagamos que Chile sea un país civilizado, donde culturalmente se respete a las mujeres y sus cuerpos en las calles. No es natural. No es instintivo. Es cultura y educación.