El gran crimen de Nabila es ser pobre
"Nabila se convirtió para los matinales en una buena oportunidad para mostrarse pro derechos de las mujeres cuando realmente pisoteaban los suyos haciendo gala de la más vieja estrategia programática: adueñarse de las realidades y los conflictos de quienes no tienen otros medios para contar sus historias".
Francisco Méndez es Columnista.
Reacciones justificadamente airadas causó la lectura del informe ginecológico de Nabila Rifo en el matinal Bienvenidos de Canal 13. Muchos se preguntaban cuál era la necesidad de mostrar datos tan personales si es que que no tenían directa relación con la brutalidad de la que fue objeto la mujer. Nadie entendía cómo alguien osaba explicar la salvaje agresión que sufrió a partir de su conducta sexual.
Cuando esto sucedió, quienes con razón estaban enfadados por esto, por lo general atribuían esta licencia que se dio el canal para mostrar su privacidad al hecho de que era mujer. Debido a que, decían, si hubiera sido hombre claramente su privacidad habría sido resguardada con más cuidado. Sin embargo, muy poco se escuchó acerca del factor tal vez más determinante de nuestra relación como ciudadanos: la clase. La pobreza.
¿Una mujer de barrio alto o con cierta calidad de vida habría sido objeto del mismo nivel de intromisión en su intimidad de parte de los medios? No me queda claro. A lo mejor habría habido más razones para cuidar su privacidad y su imagen frente a las cámaras, cosa que no sucedió con Nabila porque ciertos programas se sintieron con la autoridad para apropiarse de su historia y su vida para subir el rating. Total no había dinero involucrado y no recibirían ningún tipo de demanda más allá de unas denuncias ante el CNTV porque ella es pobre, no tiene poder, y en Chile solamente quienes pueden costear su vida privada son los que tienen derecho a defenderla y ejercerla.
Nabila se convirtió para los matinales en una buena oportunidad para mostrarse pro derechos de las mujeres cuando realmente pisoteaban los suyos haciendo gala de la más vieja estrategia programática: adueñarse de las realidades y los conflictos de quienes no tienen otros medios para contar sus historias, y transformar una realidad social en un show que mantiene televisores encendidos por bastante tiempo.
Es que la pobreza y la marginalidad aparece en los medios cuando se puede sacar provecho de esta. Cuando la carencia está al servicio de un relato y de una manera de presentar la realidad. Ya que pareciera que estos grandes megáfonos ideológicos ven en la fragilidad una oportunidad para robustecer sus largas horas matinales.
Obviamente si se les pregunta a ellos sobre el clasismo que hay tras sus acciones, lo más seguro es que lo nieguen; que se justifiquen argumentando que hubo un “error humano”, cuando lo concreto es que esto va más allá de una acción personal, ya que tiene que ver con una construcción cultural y sistémica de la que ni ellos mismos son lo suficientemente conscientes. Pero sobre todo con una curiosa manera de ver al pobre como un sujeto manipulable y sin derecho a tener manejo sobre su propia vida.
Porque lo que hizo el canal de propiedad de ese cercano Andrónico Luksic que disfruta de la “horizontalidad” que tiene con sus seguidores en Twitter, tal vez con buenas intenciones, es justamente ratificar que la horizontalidad no es tal. Que hay barreras sociales lo suficientemente enormes que no se resuelven con una aplicación de teléfono, sino que con medidas más serias. Ya que mientras el empresario sale a tomar “once” con seres “comunes y corrientes”, su mayor inversión en materia de comunicaciones sigue dejándonos en claro que el gran crimen de Nabila es ser pobre.