El Chile solidario: Del mito a la realidad
"Se hace necesario aunar esfuerzos en base a directrices públicas que permitan mayor flexibilidad, sumado a herramientas tangibles que permitan una mayor gestión del voluntariado".
José Ignacio Catenacci Martín es Periodista y académico en diversas universidades del país, Magíster en Comunicación Corporativa y Responsabilidad Social Empresarial. Ha colaborado en varios medios de comunicación. Actualmente, se desempeña como Jefe de Comunicaciones y Marketing de Red Pacto Global Chile, entidad de Naciones Unidas.
Terremotos, tsunamis, inundaciones, incendios y campañas solidarias. Instancias negativas y positivas que promueven, de una u otra forma, el espíritu solidario de los chilenos. No obstante, según un estudio de Fundación Trascender y Adimark, desarrollado durante 2015, pese a que el 93% dice que siempre dona dinero en las campañas de recolección, sólo 6% declaró realizar algún tipo de voluntariado permanente.
En ese sentido, ambas cifras muestran la brecha entre el espíritu en terreno y el “click” para realizar el depósito, lo que en definitiva contrasta con su comportamiento entre el decir y hacer. Asimismo, un 70% de ese mismo grupo de encuestados reconoce que el trabajo altruista es mejor que la donación de dinero.
Y es que en el país las cifras de involucramiento social son bajas en comparación con América Latina y el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el cual asciende a 35%. Por ejemplo, Argentina tiene niveles de voluntariado cercanos al 20%, mientras que en Noruega aquella cifra llega al 55%.
Respecto de aquellas cifras mencionadas anteriormente, da para pensar que en Chile la filantropía se le otorga una relevancia mayor a la de una acción estratégica coordinada bajo el concepto de Responsabilidad Social o Sostenibilidad. Por eso es necesario destacar que la Responsabilidad Social o Sostenibilidad busca aglutinar a varios actores por sus ganas y conocimientos, sin limitarlos por su condición económica. Por el contrario, las acciones filantrópicas son llevadas a cabo casi exclusivamente por empresarios y líderes, lo que se trasunta también al famoso “click” para realizar el depósito en pos de una buena causa sin participar colectivamente.
En ese contexto, se hace necesario aunar esfuerzos en base a directrices públicas que permitan mayor flexibilidad, sumado a herramientas tangibles que permitan una mayor gestión del voluntariado. Asimismo, aquello debe estar ligado a una medición y plataformas de acción que aúnen esfuerzos del mundo privado y estatal junto al de las ONGs.
El tema de las cifras no es menor, y la importancia del voluntariado lo afirma más aún. Esto se debe a que fortalece el tejido social siendo una base para promover la transversalidad en la sociedad, debido a que implica involucramiento, genera confianza, promueve inclusión social, disminuye la discriminación y los prejuicios entre los participantes con el fin de optar por una sociedad más justa y colaborativa.