Identidad de género, diversidad y respeto en la comunidad escolar
"Que estos temas sean tratados en los establecimientos educacionales es una gran oportunidad, debido a que es allí donde los niños pasan una parte considerable de su tiempo y establecen relaciones con pares y adultos que los marcarán".
Marcela Marzolo es Directora Ejecutiva de Fundación Educacional Oportunidad
En las últimas semanas se ha visto intensificado el debate en la opinión pública sobre la necesidad de educar para la inclusión, especialmente en lo que a identidad de género se refiere. Más allá del debate político, la diversidad está ya instalada en los colegios y en la sociedad, estemos o no preparados para ella. Es deber de los establecimientos educacionales y de la sociedad en su conjunto velar por que se respete el derecho de cada niño a vivir su identidad de género tal y como la siente.
Parte de la polémica se refiere a si se debe o no instaurar la obligatoriedad de “enseñar sobre identidad de género” en las escuelas y desde qué curso. Que estos temas sean tratados en los establecimientos educacionales es una gran oportunidad, debido a que es allí donde los niños pasan una parte considerable de su tiempo y establecen relaciones con pares y adultos que los marcarán. Pero la pregunta que hay que hacerse es cómo enseñar o más bien si puede enseñarse sobre identidad de género sin enmarcar y condicionar a los niños.
¿Cómo se puede promover en el aula el que cada niño viva su identidad de género de manera individual? No necesita ser de manera explícita, pues no se trata de contenidos como lenguaje o matemáticas. Se trata de dar a los niños la posibilidad de elegir, por ejemplo, con qué jugar (que los autos no sean sólo para hombres y las muñecas para mujeres, por ejemplo), dejando de lado los estereotipos. Que puedan explorar diferentes roles y estilos de juego, y darse cuenta de que son respetados en relación a como se sienten o viven su género.
Es muy importante preparar un ambiente en el aula que no encasille a los niños en el rol que les corresponde según su sexo. Por ejemplo, se puede trabajar con libros y cuentos en que los hombres y mujeres asuman distintos roles (mujeres policías, hombres educadores o enfermeros, etc.…) y con juguetes que les permitan representar roles femeninos y masculinos (por ejemplo, de colores neutrales en lugar de una plancha y una cocinilla rosada). Esto también puede ocurrir en las actividades al aire libre o de esparcimiento físico, en que tanto niños como niñas jueguen fútbol y realicen danza, juntos y sin distinción.
La vivencia de la identidad de género puede más bien ser guiada y tratada en la escuela en un ambiente de respeto y tolerancia, en que toda la comunidad escolar se encuentre abierta y acepte la diversidad dentro de un proyecto educativo que sea transversal a todos los niveles de enseñanza, empezando por la educación inicial. Para que esto sea sostenible, su implementación tiene que incluir a directivos, profesores y educadores de párvulos sin prejuicios ni estereotipos de género, ya que ellos serán los encargados de incluir a padres y apoderados en esta tarea protectora de los niños y adolescentes en la búsqueda de su identidad como personas. Sin el involucramiento y alineamiento de las familias en esta labor, no es posible crear una cultura de respeto. Es más, los niños podrían sentirse confundidos al escuchar distintos mensajes en sus dos núcleos más importantes.
Pero antes de todo esto, tenemos que mirar como sociedad cuáles son los estereotipos de conductas femeninas y masculinas que traspasamos a nuestros niños y niñas, y si estamos siendo modelos adecuados de inclusión y equidad. Si trabajamos de esta forma con nuestros niños lograremos generar una sociedad más equitativa, tolerante, respetuosa e inclusiva en el futuro.