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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La cohesión y redundancia de las primarias del Frente Amplio

"¿Qué utilidad tiene ver a dos candidatos que repiten lo mismo todo el rato? ¿Cuál es la diferencia del primer debate con una presentación de un programa? La respuesta a estas dos preguntas es: ninguna".

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Kenneth Bunker es Académico de la Universidad Central

Beatriz Sánchez y Alberto Mayol son los dos candidatos más similares de una misma coalición en disputar una primaria desde el retorno de la democracia. Hubo claras diferencias entre Eduardo Frei y Ricardo Lagos en 1993, entre Lagos y Andrés Zaldívar en 1999, entre Soledad Alvear y Michelle Bachelet en 2005 (aunque finalmente se suspendió), entre Frei y José Antonio Gómez en 2009, y naturalmente entre Bachelet, Andrés Velasco, Claudio Orrego, y Gómez en 2013.

Esto lo sostengo basado en el delicado trato que tuvieron entre sí Sánchez y Mayol en el primer debate. Desde el comienzo, los dos candidatos mostraron un alineamiento extraordinario. Estuvieron de acuerdo en absolutamente todo. En pasajes, el debate pareció un sparring coordinado y diseñado para prevenir cualquier daño. Si hubo algún desacuerdo fue solo de matices y prioridades, pocas diferencias de forma y por cierto que ninguna de fondo.

Por una parte, la similitud entre los candidatos habla de la cohesión que existe en la coalición (lo que irónicamente contrasta con su carácter de ‘Amplio’), pues muestra que las ideas de fondo no varían a pesar del nombre del candidato. Algunos podrán interpretar esto como algo positivo, dado que aísla al Frente Amplio, y lo eleva por sobre el agresivo contexto político por el cual atraviesan todos los otros sectores políticos, sobre todo los tradicionales.

Ahora bien, el carácter tenue del debate sugiere que los candidatos no están en las primarias para debatir, al menos no en el sentido tradicional, si no que están ahí para presentar las ideas del conglomerado. Más específicamente, no están en las primarias para elegir al mejor de los dos candidatos, están en las primarias para darse a conocer.

En principio no tengo ningún problema con esta estrategia, pues es una impecable táctica electoral. El desafío del Frente Amplio es precisamente darse a conocer, y qué mejor oportunidad para hacerlo que participando en primarias, donde además pueden generar un contraste crucial con su rival directo: los partidos de la Nueva Mayoría y sus candidatos presidenciales. A simple viste parece una decisión sencilla, que solo promete réditos.

Pero si lo anterior es correcto, que la participación del Frente Amplio en las primarias no es genuina, implica que están utilizando las primarias para un propósito para el cual no fueron diseñadas. Por definición las primarias son para elegir entre candidatos que representan distintas ideas de un mismo sector, y no para avanzar agendas políticas particulares. En esencia, el problema es que caen en la misma práctica que critican de los demás.

Lo anterior es una sutil diferencia y por ende mucha gente no verá el problema contingente en el trasfondo de las primarias del Frente Amplio. De hecho, esa sutileza es un engranaje central para que la estrategia funcione: que la gente no note la intencionalidad. Mi intuición es que los líderes de la coalición no dimensionaron la similitud entre los dos candidatos. Si lo habrían hecho, probablemente hubiesen optado por otra ruta.

La estrategia de las primarias solo funciona si es que hay al menos una apariencia de competencia entre los candidatos, aunque esta no exista en el fondo. Por eso era crucial que en el primer debate los candidatos rivalizaran entre ellos. Era esencial que Sánchez y Mayol confrontarán ideas y contrastaran programas para que mostrarán que la decisión de ir a primarias era genuina y no estratégica. Lamentablemente no fue así.

Si el debate hubiese sido más directo, confrontacional, y un candidato hubiese destacado más que el otro, hubiese sido una victoria rotunda. Pero el debate fue tenue, probablemente debido a la cohesión natural de la coalición. Pero eso es lo que transforma las primarias en redundantes. ¿Qué utilidad tiene ver a dos candidatos que repiten lo mismo todo el rato? ¿Cuál es la diferencia del primer debate con una presentación de un programa? La respuesta a estas dos preguntas es: ninguna.

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