Trump en Arabia Saudita: La danza de los sables
"Con esos anfitriones en el Golfo Pérsico –considerados autores de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos, tanto dentro del propio país como en otros países y que han utilizado su posición en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para obstruir efectivamente la justicia por posibles crímenes de guerra– Trump firmó una serie de acuerdos de venta de armas".
Rafael Rosell Aiquel es Abogado, Licenciado en Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magister en Ciencias Políticas, experto en Derecho Público y Etica, política internacional con foco en Medio Oriente. Académico Erasmus y Profesor Honoris Causa de National University of Political Studies and Public Administracion de Rumania. Miembro del Foro Académico Permanente América Latina y el Caribe-Unión Europea. FAP ALC-UE.
Pocas horas después de que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, bailara la danza de los sables en su visita a Arabia Saudita –un tradicional ritual de guerra que alimenta miedos y atiza tensiones– se produjo en la localidad de Manchester uno de los atentados más letales en el Reino Unido, desde que en julio de 2005 fueran asesinadas 52 personas en la ciudad de Londres, cuando ocurrieron actos coordinados con bombas contra el sistema de transporte.
El nuevo ataque terrorista, reivindicado por el Estado Islámico (DAESH), fue anunciado a través de mensajes de un usuario en Twitter, quien cuatro horas antes de la explosión amenazaba con un acto mortal durante el recital de la cantante estadounidense Ariana Grande. Atentados durante los últimos años en París, Niza, Bruselas, San Petersburgo, Berlín y Londres han conmocionado a los europeos, ya atemorizados dentro de sus propias fronteras, mientras el Estado Islámico ha jurado varias veces vengarse de la participación occidental en las guerras de Siria e Iraq.
Y mientras unos lloraban las muertes y se desgarraban en su dolor, comenzaron los festejos por internet de militantes y simpatizantes del grupo terrorista Estado Islámico que celebraron, en las redes sociales, el atentado en el estadio Manchester Arena.
Esos mismos militantes y simpatizantes de EI, Al Qaeda y otros grupos terroristas son apoyados masivamente por el régimen wahabita de Riad con dinero y armas, como el mismo ex vicepresidente estadounidense, Joe Biden, expresó abiertamente ante estudiantes de la Universidad de Harvard en el segundo semestre de 2014. O como lo reveló en forma pública por la cadena CNN en inglés, el general estadounidense Wesley Clarke- ex Comandante supremo de la OTAN- quién declaró que “el Estado Islámico comenzó a través de la financiación de nuestros amigos y aliados”.
Con esos anfitriones en el Golfo Pérsico –considerados autores de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos, tanto dentro del propio país como en otros países y que han utilizado su posición en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para obstruir efectivamente la justicia por posibles crímenes de guerra– Trump firmó una serie de acuerdos de venta de armas que ascienden a la cifra récord de 110.000 millones de dólares. El acuerdo incluye tanques, artillería, naves, helicópteros, sistemas de defensa con misiles y tecnología de ciberseguridad. Se espera que el convenio ascienda a 350.000 millones de dólares en los próximos diez años.
La negociación se produce mientras el Pentágono continúa apoyando una campaña de bombardeo liderada por Arabia Saudita en Yemen, donde han muerto más de 10 mil personas desde 2015.
“Este acuerdo ayudará a los militares de Arabia a tomar un papel más importante en las operaciones de seguridad”, manifestó en su discurso el mandatario estadounidense “(…) Volveremos a hacer historia con la apertura de un nuevo Centro Global de Lucha contra la ideología extremista –situada justo aquí–, en esta parte central del mundo islámico”, fueron las palabras expresadas en el país origen del wahabismo y uno de los mayores centros de radicalización relacionada con la teología de EI.
Con su discurso de este fin de semana, Trump inició un giro en la política estadounidense hacia el mundo árabe en general, y hacia Arabia Saudita en particular. El mandatario habló de una “visión de paz, seguridad y prosperidad en la región”, pero no se escuchó palabra alguna sobre moderación o conciliación. En lugar de eso, el jefe de Estado apuesta a la confrontación con Irán.
Pero el contrato no está sellado y dará lugar a profundas discusiones internas, ya que es posible que el acuerdo de venta de armas de Estados Unidos a Arabia Saudita sea ilegal en el marco del derecho estadounidense, debido a que la campaña de bombardeo llevada a cabo por el país del Golfo tiene como resultado la muerte de civiles.
Así es como entretanto, Trump celebraba el acuerdo de venta de armas y los sauditas prometieron una serie de inversiones en empresas estadounidenses, incluyendo 20.000 millones de dólares en la empresa de capital de riesgo Blackstone Group. El mundo entero se sumerge en un estado de terror e indefensión que no quiere bailar la danza de los sables.