Loreto Iturriaga, la desclasada representante del pinochetismo
"Ella forma parte de los que quisieron, unirse a ese grupo aunque fuera por algunos años, esos en los que impostaron la voz y hasta adoptaron modos 'abc1' que resultaban graciosos cuando los desplegaban para mostrar el 'roce' social que no tenían".
Francisco Méndez es Columnista.
Un nuevo personaje apareció para alimentar las discusiones en las redes sociales. Su nombre es Loreto Iturriaga y es hija de Raúl Iturriaga Neuman, condenando por su participación en las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura. Es decir, otro viejo militar que cree que está en la cárcel por una persecusión política y no por -al contrario- haber sido él parte de un aparato que persiguió políticamente y exterminó al adversario.
Tanto para el padre como para la hija las acusaciones en contra del primero son mentiras. O por lo menos eso es lo que dicen hacia afuera, a quienes los increpan por las atrocidades cometidas en los años en que los bototos pisaban fuerte en este país. Pero no queda muy claro si es que entre ellos digan lo nieguen los actos. Por el contrario, pareciera que hay un cierto orgullo de lo cometido, ya que creen pertenecer a una cierta casta que “salvó a Chile” de algo que, según repiten, era muy peligroso.
Esa supuesta casta de militares golpistas es lo que se podría llamar hoy el “pinochetismo”. O por lo menos lo que queda de este en días en que nadie en la derecha quiere recordar al dictador. Ya que en esta parte de la autodenominada “familia militar” se encuentran los que aún cantan la estrofa de los “valientes soldados” en la canción nacional con orgullo, y hasta se les erizan los pelos cuando escuchan la nasal e iletrada voz de Pinochet.
De ese mundo Loreto Iturriaga es la representante más clara por estos días. Porque lo más probable es que desde niña haya visto a su padre como un héroe que desfilaba frente a sus ojos, como si el hecho de llevar un uniforme lo transformara en un ser impermeable frente al castigo de la historia; como si sus acciones hayan sido parte del trabajo para sostener ese heroísmo intacto.
Pero lo concreto es que esa imagen es bastante errada. El viejo Iturriaga Neuman no tuvo nada de héroe, ni estuvo en ninguna gesta patriótica. Al contrario, fue uno de los peones de ese capataz del fundo que era Pinochet. Fue uno de los se engolosinó con el miserable poder entregado por quienes le ordenaban “salvar a Chile”, sirviéndose de la fragilidad del adversario y aplicando el salvajismo del más fuerte para enaltecer su pequeña figura de militarucho de tercer orden.
Eso Loreto no lo ve. O tal vez sí, pero intenta taparlo con la propaganda de la época milica. Por ello es que se defiende de quienes llaman asesino a su padre con la verborrea pinochetista de quien abraza “símbolos patrios” que nunca le pertenecieron del todo, sino que usurpó libremente sin siquiera sonrojarse. Porque eso fue lo que hizo ese Ejército al que ella defiende: usurpar, destruir y construirse una imagen sobre esas ruinas.
Porque Loreto no pertenece a esa clase alta para la que trabajó su padre. No es parte de ese sector con complejos de aristocracia que aplaudió e impulsó el golpe de Estado. No. Ella forma parte de los que quisieron, al igual que el dictador, unirse a ese grupo aunque fuera por algunos años, esos en los que impostaron la voz y hasta adoptaron modos “abc1” que resultaban graciosos cuando los desplegaban para mostrar el “roce” social que no tenían. Que nunca tuvieron, pero que siempre soñaron alcanzar.