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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Violencia y machismo: “Las señoras” en el triste debate de Chile Vamos

Violencia y machismo: el barro que enlodó a Chile Vamos en el debate de primarias.

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Karen Denisse Vergara Sánchez es Periodista e investigadora en temáticas de género y violencia

El paupérrimo nivel de debate que se alcanzó en cadena nacional este lunes, es síntoma de una política viciada, añeja y llena de descalificativos que llegaron a un nivel de violencia y machismo sólo visto en TV en algún reality show de bajo presupuesto.

Feriado, día de relajo para la mayoría de chilenos, salvo para quienes nos quedamos hasta altas horas de la noche viendo el debate transmitido en cadena nacional y que enfrentó a los tres candidatos a primarias de Chile Vamos. Manuel José Ossandón, Sebastián Piñera y Felipe Kast participaron de una pelea callejera, que sólo apeló a la violencia en muchas de sus formas.

Prepotencia verbal, no dar espacio a la interpelación, cortar, responder con evasivas o sencillamente cambiar de tema, fueron la tónica de la jornada. Pudimos observar a Sebastián Piñera, en su faceta más violenta, alzando la voz cuando no era necesario hacerlo, burlándose de un Ossandón que le enrostró su pasado, marcado por un gobierno con más de la mitad de sus ministros encabezando denuncias de corrupción y aportes irregulares, y a él como rostro de hechos cuestionables ante la ley (caso Banco de Talca, financiamiento irregular de campañas y su calidad de imputado en diversos conflictos de interés económico nacional).

El tema encendió el debate e hizo aumentar la expectación sobre todo frente a los epítetos que Piñera dirigió hacia el ahora precandidato independiente, a quien señala como un “mentiroso profesional” y al que burla con la egótica frase “quédese en el barro, le quedan muy pocos días como candidato”.

Luego de esto comenzaron las alusiones a la esposa de Felipe Kast, Emelia Puga. Mientras el espacio de 30 segundos de preguntas que tenía Ossandón se acortaba por no encontrar el papel donde las había escrito, éste empieza a esbozar una nerviosa consulta que se relaciona con lo que opina Felipe Kast de Cuba, ya que su esposa “estupenda” es de allá. El malestar es visible en el candidato Evópoli, quien busca referirse al tema desde su posición política y no familiar.

Pero la etapa en que sentí que se pudrió todo, ocurrió cuando en el espacio de contrapreguntas, Ossandón fue consultado por Felipe Kast sobre los costos de su hipotético plan de gobierno y lo que se gasta actualmente en presupuesto nacional, donde el ex alcalde de Puente Alto, errático en las cifras, y visiblemente nervioso, apela nuevamente a la esposa del candidato de Evópoli, primero para “bromear” con que quizás ésta habría tratado mal a Kast durante el día, lo cual habría interferido en la capacidad del candidato para enfrentar el debate.

“Por lo menos me acompañó hoy” fue la respuesta de Kast, que lejos de ser una respuesta con altura de miras, sigue perpetuando la figura que tuvo la mujer en este debate: solo dos menciones en un intercambio caústico de ataques personales, que continuaría apelando al rol de esposa minutos después, cuando Ossandón le dice a los periodistas si acaso existe un break para que Emelia Puga “le dé un cariñito” a su marido.

Ambos políticos caen en un recurso básico, machista y absurdo. Señalar a la pareja de un candidato en sentido denostativo (por ejemplo que está sólo para satisfacer a su marido) o de forma burlista, es descender en lo más bajo de una instancia tan formal y cívica como lo es un debate, y nos hace pensar nuevamente en el rol de las mujeres en la política.

¿Sólo podemos pensar en la mujer como una sujeta en cuanto a belleza, compañía o atributo de conceder o no placer? Entendamos que este tipo de alusiones sobre si “la señora está de malas” o si “necesita ir a hacerle un cariñito al marido”, sigue repitiendo el patrón machista del asado familiar de los años ochenta, donde el tema entrador era si una mujer del grupo estaba enojada por algo “no le había tocado esa noche” o se “iba a desquitar con el marido”.

Es replicar una y otra vez el “chiste” que Sebastián Piñera hiciera hace una semana atrás sobre las mujeres muertas y los hombres vivos. Este mismo nivel de política está decidiendo actualmente sobre quienes podemos o no tener acceso a la educación, salud, derechos reproductivos y más. Tres hombres que se atacan mutuamente en base a supuestos, datos alterados y cifras sin fuentes que sólo ellos son capaces de corroborar.

¿Exceso de correctismo moral? Nada de eso. Es exigir un debate político decente ¿Es mucho pedir? ¿Es mucho para los candidatos de Chile Vamos llegar a discutir temas de contigencia nacional sin hacer apología a la “señora de”, sin mandar a callar o caer en amenazas?

Las mujeres y hombres de este país nos merecemos algo más que precandidatos tirándose lodo entre sí, que más parecen tres patrones de fundo a caballo, disputándose los límites del último poste de madera de un terreno desesperanzado, decepcionado y hastiado del bajo nivel de la política chilena.

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