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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Buscando un estadista…

"Más que un práctico estamos necesitando un estadista. Y Piñera no lo es. Es un administrador capacitado para gestionar, pero no tiene el perfil de estadista que deje huella con la palabra".

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Guillermo Bilancio es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Consultor en Alta Dirección

El proceso electoral en Chile no sale de la mediocridad de la época en la que vivimos. Es como un campeonato jugado por suplentes, pero con la pesadilla de pensar en que no existen jugadores titulares. Un campeonato pobre…

La mediocridad discursiva de la derecha, cuyos debates han sido una tragicomedia musicalizada por Pimpinela, pasando por el afán de la izquierda en proponer un cambio mostrando total incapacidad para realizarlo y llegando finalmente al funeral del centro promovido por la desintegración de la NM y por la decadencia de la DC, muestran un escenario tan plano como aburrido. Tan quieto como peligroso.

La quietud y lo aburrido son una oportunidad para el mediocre. Sin propuestas integradoras sobre un modelo de país, las ofertas políticas son un somnífero para una ciudadanía cansada de recibir promesas vacías por un lado, y a la vez poco comprometida por otro.

En este circo beat, el menos malo saca ventaja.

Sin duda Piñera será favorecido por una sociedad que frente a la falta de un futuro de grandeza, se conforma con el pragmatismo de creer vivir un poco mejor, suponiendo que ese bienestar es pura y exclusivamente económico. Más trabajo para algunos, mejores oportunidades de ganar para otros, y mantener un status quo económico que supone resolver todo.

¿Qué pasará con la educación pública? ¿Qué propuesta sobre la salud, los jubilados, la pobreza, la indigencia? ¿Acaso dejaremos que el mercado se ocupe? ¿Qué será del rol del estado?

Preocupa el pragmatismo en bruto y la escasez intelectual para construir una visión país.

Piñera no es precisamente ese intelectual. Alguien dirá para que queremos intelectualizar lo que debe ser práctico. Pero las sensaciones, las relaciones y las acciones que llevan adelante una sociedad en progreso no implica pragmatismo, sino un marco filosófico sólido en el que se puedan dar respuestas al progreso social que Chile necesita.

Más que un práctico estamos necesitando un estadista. Y Piñera no lo es. Es un administrador capacitado para gestionar, pero no tiene el perfil de estadista que deje huella con la palabra.

Y hoy, sesgados por la economía, por las inversiones, por la rentabilidad y la voracidad de algunos y las necesidades de supervivencia de otros, dejamos atrás la palabra sabia y nos conformamos con programas de corto plazo.

Pero Piñera es la construcción que surge de la inoperancia y la soberbia de una pseudo izquierda incapaz de convertir ideas en acción. Una pseudo izquierda que hasta ha perdido la capacidad de seducir con un relato social conmovedor. Su discurso es, que no gane la derecha…

En este circo chiflado, están lo que quieren ponerle solemnidad al proceso, pero creo que no vale la pena. La gente está en otra cosa. Se aburrió de no ser seducida y eso también será peligroso.

Un estadista se busca. Para sacudir la siesta interminable. Para frenar a los oportunistas de siempre. Y para demostrar que la inteligencia no está en resolver problemas de gestión, sino en la capacidad de adaptarse a un mundo complejo y cambiante.

¿Y si clonamos a Macron?

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