Maduro y la ignorante pseudo izquierda que lo defiende en Chile
"¿Cómo explicarle al iletrado amigo pseudo izquierdista que Maduro está más cerca de ser un típico dictadorcillo latinoamericano que de Allende?".
Francisco Méndez es Columnista.
Hace unos días critiqué el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela en las redes sociales. Dije que era vergonzoso para la izquierda, y que no entendía que algunos aún justifiquen al chavismo. De inmediato, luego de estas expresiones, aparecieron unos para criticarme y así reafirmarse en sus creencias, esas que disfrazan de ideas que dicen pensar, como si pretendieran defender algo que no comprendían.
Uno de los que respondió a mis reflexiones comenzó de inmediato a insultarme, llegando a tratarme de “tibio” por no defender lo que me parecía un modelo poco sustentable y con graves actos de autoritarismo. Incluso, me emplazó a que leyera, a lo que yo, de inmediato, lo emplazé de vuelta para que discutiéramos sobre materialismo dialéctico. Probablemente no sabía a lo que me refería, por lo que decidió dejar de seguirme en Twitter.
Terminada esa discusión, comencé a pensar acerca de lo que algunos identifican como la izquierda. Me pregunté si es que muchos de los que repetían constantemente que eran izquierdistas, sabían efectivamente en qué consistían los principios básicos y el desarrollo en el tiempo del pensamiento en este sector. Personalmente, me parece esencial saber estos datos si es que uno dice pertenecer a un mundo que reúne un conjunto de ideas bastante más profundas y trascendentales para el desarrollo de una sociedad que el discursito pseudo revolucionario.
Pero parece que tratar que algunos vayan más allá del eslogan es mucho pedir. Bastantes personas prefieren quedarse con sensaciones y palabrerías que los hace refugiarse en conceptos que repiten sin saber sus significados, despotricando en contra de la información oficial de nuestro duopolio informativo sin reparar en un detalle: su actitud de defensa de las pelotudeces de Maduro es parte de lo que muchos de nuestros medios esperan. Es una manera de tratar de arrinconarnos, a quienes circulamos por las veredas del progresismo, e intentar llevar a cabo chantajes morales en los que muchos de quienes dicen levantar las ideas de avanzada, debido a la repetición constante de un mal discurso, no pueden evitar caer.
Pero eso no se entiende. La gran ignorancia que abunda en ciertos grupitos que dicen ser de izquierda es tal vez la razón fundamental por la que no podemos construir una alternativa real por estos días. Hay quienes prefieren ver en este sector una manera de reafirmar una cierta rebeldía personal antes que colaborar con ideas de futuro reales y de carácter colectivo. Por lo mismo es que recitan viejas consignas, hablan sin respirar y hasta levantan el puño sin tener idea por qué lo hacen. Y eso, lamento decirles, no es ser una persona de izquierda, sino que caer en la vieja caricatura que sólo beneficia a quienes decimos combatir.
¿Cómo explicarle al iletrado amigo pseudo izquierdista que Maduro está más cerca de ser un típico dictadorcillo latinoamericano que de Allende? ¿Cómo contarle que el fracaso del chavismo no es exclusivamente una responsabilidad de las “malignas” fuerzas exteriores, sino también de un modelo de desarrollo que no se sustentó debido a su poca planificación y a centrarse en vivir únicamente del petróleo que le vendían a Estados Unidos? No lo sé, porque no quieren escuchar. Prefieren, en cambio, nadar en su autocomplacencia infantil antes que pensar siquiera en que tal vez la Revolución Bolivariana no tiene nada de revolucionaria, sino que más bien es el resultado de un movimiento nacionalista que se vistió con ropas que no le correspondían.
Lamento decirlo: el chavismo, Maduro y el mal llamado “Socialismo del siglo XXI” en su totalidad no lograron nada. Sólo consiguieron profundizar nuestra derrota como izquierda y pasar mucho tiempo en el poder, colgándose de un discurso latinoamericanista mal escrito y pésimamente aplicado. Quisieron darle una épica ideológica a un relato que no supieron cómo implementar, ya que más que revolucionarios o justicieros sociales, lo cierto es que no eran más que un grupito cívico-militar con mezquinas ansias de poder.