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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Los niños que no celebran

"La infancia en nuestro país es uno de los grupos de mayor vulneración, con una pobreza multidimensional cercana al 25%. En otras palabras, 1 de cada 4 niños nace en situación de pobreza y exclusión social".

Por Marcelo Sánchez
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Marcelo Sánchez es Gerente General de Fundación San Carlos de Maipo

Cuando el domingo despertemos invadidos por nuestros niños ansiosos de recibir un regalo, cuando tomemos un desayuno familiar para luego salir a pasear con ellos haciéndolos sentir protagonistas y el centro de nuestra vida, no olvidemos que hay miles que no pueden celebrar.

Más de 20 mil niños se encuentran privados de los cuidados parentales, la mitad de ellos viviendo en residencias de protección de Sename. Es la realidad que hoy estamos más conscientes que nunca, pero que no quisiéramos que se olvide.

La infancia en nuestro país es uno de los grupos de mayor vulneración, con una pobreza multidimensional cercana al 25%. En otras palabras, 1 de cada 4 niños nace en situación de pobreza y exclusión social.

Cada año, casi 100 mil niños comenzarán a desertar del colegio y miles iniciarán su camino en la droga sin contar con apoyo en la red pública de salud, así como los más de 2 mil que iniciarán tempranamente su carrera delictiva y que no cuentan con ningún tipo de oferta que les ayude a abandonar esta trayectoria.

En nuestro país hay cientos de miles de niños que no celebran, niños que debieran contar con la protección de sus familias y del Estado, familias que también son abandonadas y negadas, invisibles cómo si no existieran.
Se trata de padres y madres que no saben cómo superar las conductas que se transforman en dolor para sus hijos y hermanos que sufren por la separación. Es importante avanzar decididamente en cambiar esta realidad y tomar medidas urgentes.

Fundación San Carlos de Maipo ha impulsado algunas de estas medidas, como la reunificación familiar a través de programas terapéuticos, la asistencia legal a cada niño, la revisión de diagnósticos que implicaron la adopción de medidas cautelares de privación de cuidados parentales, la salud física y mental garantizada, además de impulsar la adopción de programas preventivos basados en la evidencia, que reduzcan factores de riesgo y desarrollen elementos protectores para el desarrollo positivo de nuestra infancia.

Avanzar en estas medidas es parte de la respuesta que como sociedad debemos tener frente a nuestros niños. No podemos seguir anclados en diagnósticos dolorosos sin movilizarnos. El Estado y la Sociedad Civil nos necesitamos para actuar con determinación.

Este Día del Niño no es sólo de nuestros hijos, es también el día para comprometernos con aquéllos que lejos de celebrar sobreviven a su destino, el que también es nuestro. Mientras lo entendamos, tendremos la esperanza y la fuerza de cambiar esta dolorosa realidad.

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