Frente Amplio, con la vara que midas
La corrección ética con la que la coalición de izquierda pretendió irrumpir en la política carecía de conocimiento y madurez. Carecía de respeto por los antepasados políticos… esa falta de reconocimiento al pasado hace que hoy, en sus propias bases le estén perdiendo el respeto a sus líderes y conglomerado.
Lucía López es Feminista, Periodista.Conductora de radio y televisión.
Recuerdo cuando chica haber mirado las relaciones entre adultos y haber dicho, nunca seré como ellos. Yo era más rebelde, apasionada y llena de convicciones a defender. Los principios, los mantengo. La diferencia es que aprendí por qué muchas veces los adultos no demostraban ni esa pasión ni el arrojo para defender “las verdades” que eran obvias. Y sabrán, algunos de los que pasamos por lo mismo, que poco tenía que ver con elementos negativos que se iban apoderando del carácter o personalidad hasta hacernos transar valores o principios. Por el contrario, más tenía que ver con la sabiduría del crecer, del aprender, con descubrir o reconocer situaciones de la vida que al niño sobreprotegido le eran ajenas o desconocidas.
Las necesidades de priorizar un bienestar general por sobre la verdad individual, pudiera hacernos ver como vendidos. La de medir nuestras palabras, como poco honestos. La de transar para efectivamente avanzar, como viejos cobardes.
La corrección ética con la que el Frente Amplio pretendió irrumpir en la política carecía de conocimiento y madurez. Carecía de respeto por los antepasados políticos. Por quienes construyeron un camino, en la medida de lo posible, puede ser, o más bien dicho, el mejor posible para un país amedrentado, que temía el cierre de un canal de televisión si un político apuntaba con el dedo índice al dictador a través de una pantalla. Esa falta de respeto y reconocimiento al pasado hace que hoy, en sus propias bases le estén perdiendo el respeto a sus líderes y conglomerado.
¿Cuáles son las formas a reparar? ¿Qué es lo legítimamente aceptable en política? ¿Acaso se percibió como aceptable la forma en la que vetaron la candidatura a diputado de Mayol, por muchas razones que creyeron tener? No. No se vio aceptable, ni legítima, ni incuestionable. No ha tenido la aprobación unánime como la que tuvo la bajada de Rincón. Porque la discusión sobre el comportamiento del ex candidato presidencial no está zanjada. Algunos verán machismo, hostigamiento. Pero la verdad es que muchos, no. Eso hace poco creíble el argumento para transformarlo en una excusa ante pugnas de poder. Las mismas que los líderes del Frente Amplio ven en el resto del escenario político y que muchas veces se han manejado de mejor forma.
Ingenua creencia la idea que imponer lo que consideran “la verdad”, les eliminaría el juicio de sus compañeros de fila. Ingenua creencia que la diferencia entre ellos y los de antaño es que ahora sí que tienen razón en cambio antes lo hacían por la conveniencia de tener el poder.
En política, todos quieren y han querido “El poder”. Es la única manera de conducir los cambios, dirán los buenos. Es la forma de asegurar mi futuro, se planteará el aprovechador. Si las personas son complejas, la política, también. La clave es entender que las pugnas por ese poder aparecen hoy y se reiterarán mañana. Y lo importante será saber cómo manejarlas en un futuro, cómo lidiar con las diferencias. Parte de eso es comenzar a entender los procesos pasados y a respetar la experiencia ajena. Porque no bastará que quienes conozcan a Jackson o Figueroa sepan que lo que los impulsa es una acción desinteresada, por el bien del país. Pues habrá muchos que creerán que sólo hay problemas de ego o individualismos; ansias de poder, solventadas en la transa de principios. O sea, lo mismo que los más nóveles actores de nuestra política han dicho de Aylwin, de Lagos, incluso, de Bachelet, y de todos quienes han liderado la historia más reciente de la centro-izquierda chilena. Porque no olvides, con la vara que midas serás medido.