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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El terror vuelve a Europa

"Muchos de los hechores son de algún país europeo, en 2da o 3ra generación, formados dentro de su sistema cultural, social y económico".

Por Samuel Fernández I.
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Samuel Fernández I. es Abogado (UC), Magister en Derecho (UCEN), Embajador (r). Profesor de Derecho Internacional Público; Comportamiento Ético y Social del Abogado; y del Magíster en Arbitraje, de la Universidad Central de Chile. Académico de diversas Universidades, y de la Academia Diplomática.

En Barcelona ha sucedido, una vez más, el horror de una masacre. Otros atentados en Alemania, Finlandia y la propia España, han golpeado nuevamente y casi de manera simultánea. Un recrudecimiento de la decisión mortífera del Estado Islámico que los ha reivindicado, y una demostración de que subsiste y está dispuesto a continuar sus acciones violentas, ojalá con la mayor crueldad indiscriminada. El objetivo es eliminar a quienes consideran ‘infieles’, independiente de sus creencias, aunque sean musulmanes.

Muchos análisis han tratando de encontrar alguna razón en la sinrazón. Tratarlos a todos como enfermos, psicópatas, desquiciados, criminales, inadaptados, o cualquier otra anomalía, no explica por si sola su proliferación, e infinita decisión de matar a quien esté a su alcance. Sería un diagnóstico limitado e incompleto, aunque sea acertado en gran medida. Tampoco el porqué ocurre en un país y no en otro.

Algo falta en este análisis. No es posible medirlo únicamente según los parámetros de la civilización occidental, que atacan de preferencia. Muchos de los hechores son de algún país europeo, en 2da o 3ra generación, formados dentro de su sistema cultural, social y económico. Se han criado, educado, y vivido en regímenes democráticos, libres, tolerantes, respetuosos del derecho y la convivencia. Sin embargo, los combaten y están dispuestos a sacrificar sus propias vidas con tal de destruirlo. En vez de aceptarlos, lo aborrecen y quieren eliminarlo.

Entonces, debemos encontrar motivos adicionales, distintos, que permitan entender este fenómeno generalizado, y capaz de afectar a cualquier país en cualquier momento. El autodenominado Estado Islámico, no es un proyecto espontáneo y ni actual. Ha prosperado varias veces en la historia. Nace de los movimientos yihadistas que buscan la imposición y sumisión religiosa total, donde todo lo decide Alá. Son mucho más radicales, distintos de la religión musulmana normal, a la que también combaten. La consideran igualmente indigna de existir, al igual que todas las demás creencias. Sólo aceptan a quienes profesan dicha radicalización, aplicando el Corán tal y como se hacía al momento de revelarse al Profeta, en el siglo VII y sin variar ni una coma de su texto, ni de la Sharía. Extractan párrafos del Corán que les sirvan de mandato divino para eliminar los no creyentes. Si los leemos selectivamente, y no dentro del contexto, se pueden encontrar sentencias donde Alá no tiene contemplaciones con quienes no lo aceptan. Constituyen su punto de apoyo inicial e inflexible.

Si a este mandato intolerante le sumamos individuos desencantados, enajenados o dispuestos a buscar ser considerados, en un mundo que los ignora o discrimina, encontramos una variada gama de potenciales adeptos dispuestos a todo.
Tienen la certeza que eliminando la mayor cantidad de infieles van al Paraíso, bendecidos, donde pueden gozar física y espiritualmente de los placeres que esta sociedad los privó. Como paulatinamente han ido perdiendo el control de los territorios, en Siria e Irak, que dominaban, derrotados y desplazados por la coalición occidental, ahora pueden volver Europa y actuar, causando el mayor daño posible, y eliminar a quienes se interponen en sus propósitos. Actúen solos o siguiendo alguna orden específica, por desgracia, sus posibilidades de terrorismo son enormes, y no hay manera efectiva de anticipar o contrarrestar sus actos, sólo en algunos casos y con un esfuerzo policial y de inteligencia, difícil y costoso. Una nueva realidad terrible que ha vuelto a hacerse presente.

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