Violencia intrafamiliar: el síntoma de algo mayor
Este no es solo un problema de las celebridades de turno, es un problema social.
Esteban Muñoz es Psicólogo UAHC. Magíster en Educación Emocional
La cobertura mediática reciente ha sido “generosa” con los recurrentes nombres de una pareja de modelos de la prensa rosa que cada cierto tiempo viven una nueva escalada de violencia intrafamiliar. Esta vez fueron detenidos en vivo con transmisión televisiva nacional, pocos días después de que una cantante de un recordado show buscatalentos también fuera expuesta como objeto de controversia y de violencia doméstica contra su pareja. Cada vez más cotidiano, nos encontramos en las noticias con este y otros hechos de violencia de género, intrafamiliar y femicidios.
Pero este no es solo un problema de las celebridades de turno, es un problema social. Cada vez que se difunden este tipo de noticias, las personas en general tratan de dar una explicación, justificándolos diciendo que la persona que agrede debe tener alguna característica personal de agresividad, o que la mujer es una víctima “porque es masoquista” o en algunos casos “porque se lo buscó”, o que factores como el estrés, el alcoholismo, los celos, las deudas, etc. Son los detonantes. Todas estas explicaciones dejan fuera el verdadero problema y reducen la responsabilidad del victimario o generalmente enjuicia incluso a las víctimas. Si bien todos en nuestro sentido común sabemos que no es bueno tener relaciones violentas, lamentablemente y en la mayoría de los casos, nos vinculamos violentamente con los otros.
Es este sentido, la violencia intrafamiliar, es un producto, de los estilos violentos de crianza que tenemos día a día en nuestra sociedad. Es cosa de mirar las estructuras físicas y académicas de nuestros colegios, nuestro acceso a salud y educación, nuestro transporte público, nuestros políticos que nos violentan con sus acciones o las intensas jornadas laborales que no permiten tener una vida familiar plena. Todo se vuelve violento en nuestra cultura, pero lamentablemente se enjuicia y se juzga solo la violencia intrafamiliar que es un aspecto que debemos erradicar de nuestra cultura. Lamentablemente es solo un síntoma más de nuestra sociedad que está enferma, que nos violenta y reprime.
La violencia intrafamiliar, tiene ciclos en el que una primera fase contempla la acumulación de tensión, posteriormente la explosión de esta tensión termina en hechos de violencia y luna etapa de “luna de miel”, donde se promete que esto no volverá a pasar generando una ilusión de cambio. Sin embargo mientras se siga acumulando tensión se entrará irremisiblemente en este ciclo. Es por ello que cuando se detecta que las personas se encuentran en esta convivencia tóxica se deben realizar intervenciones psicoterapéuticas en ambas partes.
Desde mi perspectiva como profesional de salud, me atrevo a reiterar que todos estos hechos de violencia son un síntomas de algo mayor. De una sociedad enferma y centrada en la competencia, en donde se ha perdido la oportunidad de mirar a los otros como un igual y la posibilidad de ser compañeros. Donde son las instituciones que deberían protegernos las que nos agreden a diario y generan síndromes de desesperanza, frustración y rabia. Lamentablemente al no tener oportunidad ni alternativas formales de educar nuestras emociones generamos conductas agresivas que, en la mayoría de los casos, son normalizadas. Como sociedad, debemos enfocarnos en cambiar las estructuras relacionales, enfocándonos en la empatía, la compasión y no en una impersonal rutina como manera de relacionarnos. Creo fielmente que cuando convengamos en esto a nivel colectivo lograremos reconocernos de maneras distintas y nos relacionaremos como iguales, lejos de una verticalidad o supuesta superioridad que es lo que, en definitiva, genera una pésima convivencia.