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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Mil Tambores: usos y abusos del espacio público

"Tenemos que fomentar la amistad cívica, la formación ciudadanas que aprenda a utilizar el espacio público respetando y cuidando el bien común".

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Juan Latorre es Candidato a Senador por la V región. Revolución Democrática - Frente Amplio.

Este fin de semana se realizará una nueva versión del Carnaval de los Mil Tambores, fiesta ciudadana que hace un par de años y con más énfasis en estos últimos días, ha estado en debate por los graves problemas que se presentan en términos de aseo y ornato de la ciudad, particularmente las toneladas de basura que se juntan en los 3 días de carnaval, y el comportamiento de algunos pocos asistentes.

Al respecto, agrupaciones ciudadanas han decidido presentar un recurso de protección para impedir que se realice el carnaval por los problemas de suciedad y mal comportamiento que genera. Mientras que el Alcalde Jorge Sharp ha hecho un llamado a quienes asistan a Valparaíso cuiden la ciudad, además de extremar las medidas de aseo y ornato. En resumen, el problema, obviamente, no es la fiesta. Son los acuerdos de utilización de los espacios públicos de la ciudad.

En palabras de Henri Lefebvre, la ciudad corresponde a un espacio social percibido, vivido y apropiado por diversos individuos quienes día a día ejercen un rol fundamental en la definición del orden urbano, de la estructura y en el tipo de actividades económicas, políticas y socioculturales que se realizan. En este sentido, es lógico que aparezcan problemas de expresión y de comunicación, particularmente el complejo diálogo que se produce entre los distintos actores (incluyendo instituciones) ¿Cómo nos hacemos cargo de esta tensión?

El espacio público es un lugar de encuentro de multiculturalidad en el cual se ponderan diversos intereses y nos invita (y desafía) a ahondar en soluciones colectivas que busquen permear la apropiación de estos para así evitar el conflicto con las conductas privadas de los distintos actores. Consultas ciudadanas, mesas técnicas de trabajo, diálogos ciudadanos, plebiscitos, entre otros, son algunas alternativas que permitirían enfrentar de manera conjunta el problema que se asocia a una fiesta ciudadana que en su origen y esencia, invita a las familias (porteñas y no porteñas) a vivir el espacio público como una fiesta de colores, donde el mundo de las artes, sus artistas y sus asistentes sean las verdaderas almas de la fiesta. Tenemos que fomentar la amistad cívica, la formación ciudadanas que aprenda a utilizar el espacio público respetando y cuidando el bien común.

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