Ignacio Franzani, cómplice de la cultura de la violación
"Lo inaceptable es la actitud de Franzani, quien se transforma en cómplice de la confesión de Ureta, sin mediar ni entregar -en ningún momento- algún comentario que pudiese cuestionar al invitado".
Karen Denisse Vergara Sánchez es Periodista e investigadora en temáticas de género y violencia
No es la primera vez que ocurre. Día a día en la televisión chilena nos vemos enfrentadas a múltiples formas de representar y fomentar la violencia hacia las mujeres e identidades LGBTI. Si en los 90 era la caricaturización de los homosexuales a través del humor, el supuesto “destape” del siglo XXI, posicionó bromas aludidas a lo que hoy conocemos como “cultura de la violación”, es decir la alusión al cuerpo como un espacio de conquista, de acoso constante, de mercantilización que se refleja en la sociedad y cómo nos observamos a nosotros mismos.
El día miércoles por la noche, el programa Mentiras Verdaderas volvió a hacer gala de su nulo criterio a la hora de escoger contenidos para transmitir en televisión abierta, ya que en un panel de opinión conformado por Florcita Motuda (candidato a diputado del Frente Amplio), Pamela Leiva y Emeterio Ureta, este último reconoció haber acosado sexualmente a mujeres vinculadas a su trabajo en el área empresarial, naturalizando el tema bajo el hecho de que las jóvenes serían irresistibles y los hombres en posiciones de poder, muy lascivos.
“Saquémonos la venda de los ojos, yo soy un hombre maduro, un hombre que tiene experiencia. He trabajado en muchas empresas en mi vida, mucho trato con mujeres. Tú sabes que este problema del acoso sexual ha existido toda la vida. Todos los jefes, todos los gerentes generales son unos calientes de miéchica”, dijo, para luego señalar: “Yo he acosado sexualmente. Es una frescura que existe en este país y en todo el mundo (…) las chiquillas a veces, con ganas de llegar más arriba, salen con el jefe”. Todo esto expuesto ante el animador del espacio, el periodista Ignacio Franzani, quien haciendo gala de una indiferencia terrible, solo escucha con morbo el relato.
Sin embargo, debido a este mismo hecho se ha instalado nuevamente la discusión sobre los límites de lo que se puede exponer o no en televisión y bajo qué criterios. Lo que señala Ureta no es más que una confesión que refleja las dinámicas de poder que funcionan bajo la sociedad occidental y que siempre tienen como víctima a los escalafones más bajos del sistema: las y los trabajadores quienes ven cómo la calidad de su desempeño no es suficiente si están en la mira de algún directivo abusador quien puede acosarlos y vulnerarlos sexualmente con toda la impunidad de un sistema que expone a las víctimas y no sanciona a quienes ejercen actitudes violentas. Lo inaceptable es la actitud de Franzani, quien se transforma en cómplice de la confesión de Ureta, sin mediar ni entregar -en ningún momento- algún comentario que pudiese cuestionar al invitado, mucho menos generando algún tipo de instancia necesaria para reflexionar sobre lo impactante de sus dichos.
El año pasado ya se habían evidenciado varias actitudes deplorables de parte de quienes han llevado la conducción del espacio televisivo de La Red. Comentado fue el caso del humorista “Oscarito”, quien en un capítulo de Mentiras Verdaderas contó una historia supuestamente divertida que aludía a una mujer violada por múltiples hombres en un hotel tras haber tomado mucho pisco sour. Todos ellos (ese día Eduardo Fuentes, Ignacio Franzani y Jean Philipphe Cretton) siendo rostros de campañas gubernamentales por la erradicación de la violencia hacia mujeres y niñas, permitieron pasar el “chiste”, tenido el momento clave para poder ejercer parte del poder que se les entrega como rostros para instalar el tema que se comprometieron a apoyar mediante comerciales, videos de apoyo y declaraciones pauteadas en la prensa.
Si ahondamos en teoría de medios para ejemplificar el error del espacio televisivo, podemos incluso apelar a la Teoría de la Mediación, la que nos explica que en los espacios de comunicación de masas existen distintos tipos de mediaciones, entre ellas, la “mediación cognitiva” la cual está enfocada en lograr que las ideas que están cambiando en una sociedad tengan cabida en la audiencia de espacios comunicativos, aunque eso signifique una transformación de ciertos paradigmas replicados durante siglos.
Asimismo, es necesario instalar que hay ciertos temas donde se debe tener una postura, y más aún, aportar en torno a su instalación en la agenda pública. El acoso, la violencia y el abuso sexual son parte de ellas y se hace necesario exigirle a los comunicadores que participen de este debate entregando su conocimiento y poniéndose también a disposición de cambiar sus propios paradigmas en cuanto a lo que se debe o no tolerar en televisión abierta. Y nunca olvidar nuestro rol como profesionales, para ello se hace necesario citar a George Orwell cuando dijo que “periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”.