El Chile silencioso que le conviene a Andrónico Luksic
"Por esto es que ante los dichos de Guillier algunos se alteran. Principalmente aquellos a los que no les conviene que se establezcan antagonismos de clase entre los trabajadores y los empresarios".
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
Andrónico Luksic se ofuscó con un discurso en el que Alejandro Guillier hablaba de “meterle la mano al bolsillo” a los grandes empresarios que concentran el ingreso para que “ayuden a hacer patria de una vez”. En su Twitter llamó al senador a plantear el tema de los impuestos sin “incitar al odio” ni recurrir a la lucha de clases con fines electorales.
Los medios de comunicación destacaron esta respuesta de Luksic poniendo énfasis en la crítica del empresario al tono izquierdista de un Guillier que, además de decir lo ya mencionado, terminó citando al Che Guevara con su clásico “hasta la victoria siempre”. En la derecha empresarial y política estaban asustados pero también excitados. Al fin se les había cumplido su sueño húmedo de luchar contra una izquierda que diga frases fuertes y que los enfrente.
Pero la cosa no es tan así. Lo que dijo Guillier, sin tomar en cuenta la forma, lo dice cualquier candidato socialdemócrata responsable. Lo que pasa es que nos acostumbramos a que la socialdemocracia en Chile sea más bien un asunto estético que algo real y con contenido. Creemos que Ricardo Lagos es su gran representante, pero lo cierto es que más allá de discursos republicanos y emotivos que resaltan la importancia del Estado, en los hechos no hubo nada de eso en las acciones de su gobierno.
Por esto es que ante los dichos de Guillier algunos se alteran. Principalmente aquellos a los que no les conviene que se establezcan antagonismos de clase entre los trabajadores y los empresarios, debido a que una vez que esto sucede se hacen visibles los conflictos y, por ende, las fallas de un sistema.
A Andrónico no le cae bien un Chile pensante que sea capaz de enfrentarse a él y su acumulación de dinero. Ya que cuando se instala esta discusión, su espíritu caritativo y cercano a la gente será visto como lo que es: una repartija de migajas de quien ha sido beneficiado por un país silencioso que naturalizó el relato de un modelo como si fuera lo “lo real”. Por esto es que ante la discusión y la polarización es que prefiere ponerle “paños fríos” a lo que sucede.
Parece importante recalcar que el cuento de la “unidad” ha sido por años tierra fértil para que surja una sociedad que no se cuestiona sus diferencias y problemáticas. Mientras más nos unimos artificialmente, lo concreto es que quienes tienen más posibilidades de sacar provecho de esa pasividad de la ciudadanía son siempre los que ganan. En cambio, cuando las diferencias se hacen visibles realmente y se ponen sobre la mesa, es más probable que estas puedan superarse de manera más equitativa.
Tanto Piñera como Luksic han hablado hasta el hartazgo de que un Chile unido logra mejor las cosas. Y esto se debe a una simple razón: a ninguno de los dos les ha sido favorable una ciudadanía despierta y capaz de preguntarse si es que hay tanta justicia en las posiciones sociales y los beneficios de unos sobre otros. Como tampoco les son rentables los ciudadanos que son capaces de levantar la cabeza y mirarlos con el ceño fruncido. Ya que desde ese momento hay una pregunta y, por ende, una sana crítica.
Y si bien las críticas son necesarias para el desarrollo intelectual y político de un país, lo cierto es que para unos pocos son solamente un obstáculo para seguir creciendo y acumulando.