Evo Morales nos advierte
"Deja en claro que con su equipo, no sólo podrá examinar el curso de su demanda ante la Corte de La Haya, sino que tiene el propósito de persistir, jurídicamente, con el diferendo marítimo si la sentencia no le favorece".
Samuel Fernández I. es Abogado (UC), Magister en Derecho (UCEN), Embajador (r). Profesor de Derecho Internacional Público; Comportamiento Ético y Social del Abogado; y del Magíster en Arbitraje, de la Universidad Central de Chile. Académico de diversas Universidades, y de la Academia Diplomática.
Hace pocos días, en un acto castrense (10 de diciembre), el Presidente Evo Morales señaló que: “Hay que estar planificando la post-demanda marítima. Eso significa, desde ahora, organizarnos con el equipo jurídico, pero también con el conocimiento de nuestras Fuerzas Armadas en esta reivindicación marítima”. No es una declaración más de las que habitualmente nos dedica. Contiene ahora intencionalidades adicionales con variadas implicancias.
Deja en claro que con su equipo, no sólo podrá examinar el curso de su demanda ante la Corte de La Haya, sino que tiene el propósito de persistir, jurídicamente, con el diferendo marítimo si la sentencia no le favorece. Y lo más significativo, expresa una evidente voluntad contraria a la obligación de respetar el no uso de la amenaza o de la fuerza, al aludir a las fuerzas armadas y su papel en la reivindicación. Debilita y contradice, precisamente, un procedimiento pacífico y legal para la solución del diferendo en curso, por si no fuera de su agrado el fallo de la Corte.
Introduce así una variante hostil y riesgosa a un método judicial que transcurre normalmente y que no debe ser alterado por un contexto que lo condicione sólo al resultado esperado. Constituye una presión indebida al Tribunal. Es inequívoco en afirmar que no tolerará una derrota, sea para reelegirse indefinidamente, como sabemos, o para mostrarse como el único habilitado para obtener la aspiración marítima, y Chile sigue siendo el principal pretexto para tal fin.
Todo juicio internacional debe transcurrir dentro de un clima que facilite y haga posible respetar la sentencia que se dicte. No es posible aceptar lo opuesto, pues podría tornarla inaceptable, por presión de la misma autoridad que está obligada a cumplirla, mediante el involucramiento de su ciudadanía que jugaría un papel protagónico que no le corresponde. Puede estar o no de acuerdo con lo resuelto, y actuar en consecuencia buscando responsabilidades. Pero es muy distinto el que se mencione, intencionalmente, a la opción armada, aunque fuere un recurso retórico de consumo local, con obvios intereses de mantener el poder, a toda costa.
Es necesario tener en cuenta lo que nos advirtió.