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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El cinismo de José Antonio Kast

"Su obsesión se centra en tratar de salvar a quienes están de su lado; a los que le dieron tanta satisfacción de manera silenciosa por los pasillos dictatoriales. Porque no se trata de humanidad, sino que de ideología".

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Francisco Méndez es Columnista.

José Antonio Kast basó el “relato” de su candidatura presidencial en su sinceridad. Repitió hasta el cansancio que era una persona de derecha y se enorgullecía del “legado” de la dictadura de Pinochet, aprovechando de hacer un llamado a su sector para defender sus ideas y no, como él cree que hacen muchos, avergonzarse de ellas.

Por esto es que mucho pinochetista votó por él. Encontraban que era el rostro de la reivindicación de la tiranía institucionalizada y, debido a su postura frontal, le otorgaron un porcentaje importante en la primera vuelta que hizo que Piñera necesitara de su apoyo.

Sin embargo, ahora frente al indulto del gobierno de Perú a Alberto Fujimori, esa desfachatez fascistoide no aparece por ningún lugar; al contrario, ha escrito en su cuenta de Twitter cosas en las que no cree, con tal de empatar moralmente con el progresismo para que así saquen de Punta Peuco al grupo de torturadores y asesinos que se encuentran recluidos por delitos de lesa humanidad. Tratando de contarnos que realmente se preocupa de la salud de hombres mayores, sin revelarnos que simplemente está hablando desde la trinchera mental en la que ha vivido durante toda su vida.

Porque, aunque no quiera decirlo, para Kast quienes están en la polémica cárcel son héroes. Está convencido de que están sufriendo una venganza política de quienes, en el fondo de sus pensamientos, deberían estar muertos. Por lo que no parece creíble que en sus círculos más cercanos no aparezca el clásico “debieron matarlos a todos” de quienes encuentran que el “trabajo” del dictador quedó inconcluso.

Entonces, ¿por qué recurrir a argumentos de democracia y libertad que él mismo no cree ciertos? ¿Por qué, en vez de seguir fortaleciendo ese discurso de odio al que algunos lo llaman “consecuencia”, esconde la verdadera razón por la que quieren que liberen a los viejos torturadores? Son buenas preguntas para quien dice sentirse contento de decir lo que piensa, como si todos sus pensamientos fueran cosas buenas por el solo hecho de decirlos.

Al ex UDI no le importan los Derechos Humanos, sino que concentra sus fuerzas en rescatar los “valores” del pinochetismo. Su obsesión se centra en tratar de salvar a quienes están de su lado; a los que le dieron tanta satisfacción de manera silenciosa por los pasillos dictatoriales. Porque no se trata de humanidad, sino que de ideología. De rendirle un homenaje a los que construyeron el Chile de hoy sin importar los costos humanos.

Mal que mal aquellos hombres de uniforme fueron quienes le hicieron la revolución que él quería: no una bolchevique ni cubana, sino una conservadora en lo moral y sumamente avasalladora en lo económico.

Sería bueno que lo transparentara. Que fuera realmente el personaje que pretende decirnos que es, para así no caer en falsas discusiones acerca del respeto al ser humano con quien solo lo respeta cuando este tiene ciertas características y ciertas ideas. Es la única manera de abrir el debate y sincerar las posturas en días en que ciertos conceptos son raptados por quienes no creen en ellos, sólo para confundir a la ciudadanía.

Esto lo señalo porque parece importante dejar en claro que la discusión sobre indultar o no a los presos de Punta Peuco no debería basarse en los falsos chantajes morales de ninguna especie ni, como sucedió con Fujimori, en transacciones políticas que convierten una decisión de Estado en una simple rasquería para salvar pellejos. Esta conversación es bastante más seria y se debe tener en cuenta que no debe hacerse bajo el calor de ningún griterío, ni menos bajo la influencia del cinismo de José Antonio Kast.

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