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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Gabinete post Francisco: El falso dilema “político versus técnico”

"Sin embargo, creo que estamos frente a un falso dilema, porque no estamos viviendo una situación donde solo hay dos únicas opciones posibles".

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Ernesto Evans es El Dínamo.

A fines de mes, después de la visita del Papa Francisco, quedaría relativamente claro el equipo con el que gobernaría Sebastián Piñera. Eso ocurriría después de semanas tensas, donde el presidente electo deslizó una surte de “inflación” en los nombres: demasiadas personas en las listas propuestas por los partidos de la Alianza para llenar los cargos, o nombres poco adecuados para los Ministerios (o ambas variables).

Y algún dirigente apuntó que, en el 2010, Piñera cometió el error de privilegiar lo técnico sobre lo político, y, finalmente, tuvo que enmendar el rumbo y reforzar su Gabinete con figuras como Chadwick, que el 2011 reemplazó a Ena von Baer, y después en Interior a Rodrigo Hinzpeter; o el caso del político Andrés Allamand, quien el 2011 fue nombrado ministro de Defensa.

Sin embargo, creo que estamos frente a un falso dilema, porque no estamos viviendo una situación donde solo hay dos únicas opciones posibles. No se trata de optar por una persona con habilidades políticas sobre las técnicas o viceversa, porque en la gestión pública actual son fundamentales los equipos, obviamente comandados por buenos líderes.

El filósofo austríaco-británico Karl Popper (Conocimiento Objetivo) nos explica que se han presentado dos disyuntivas en la historia del conocimiento humano: por un lado, que sólo somos una tabla rasa donde escribe la experiencia (Locke), o que lo que digerimos, las percepciones diarias, es el “vino puro de la experiencia” (Bacon); o sea, que nacemos sin nada en la mente y vamos adquiriendo conocimientos sólo con las experiencias. Y del otro lado, la postura de Kant, que niega que las percepciones sean puras porque tenemos categorías en la mente que las asimilan y transforman. Esas categorías ordenan las percepciones, y de no existir seríamos criaturas caóticas.

Popper propone una tercera vía: que los seres humanos somos organismos que conocemos construyendo un proceso de aprendizaje, donde la experiencia previa es fundamental. Para graficarlo, propone el ejemplo de un caminante que en su ruta habitual encuentra “una huella inesperada” en el barro, lo que lo obliga “a corregir el sistema de expectativas. El proceso de aprendizaje consiste en correcciones de este tipo”.

Aplicado a lo anterior, estoy convencido que el presidente electo, y varios de sus cercanos, han aprendido y, probablemente, corregido sus expectativas. Probablemente tenga en mente que no existe la dicotomía absoluta entre político y técnico, porque son habilidades complementarias, que se exigen al interior de un equipo que va a liderar un propósito de política pública, y no están radicadas en figuras individuales que todo lo pueden.

Los tiempos de gobierno son cortos. En cuatro años hay que privilegiar los proyectos y lo que se quiere lograr. El proceso de aprendizaje previo fue fundamental, esperamos, en la conformación de equipos que superen el falso dilema y saquen adelante problemas nacionales de largo arrastre como la salud, las listas de espera o el Sename.

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