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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Del dicho al hecho

"¿Podemos prevenir otras situaciones que impactan en el desarrollo apropiado de nuestros niños?".

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Raúl Perry es Jefe de Programas de Fundación San Carlos de Maipo.

Al inicio de este año, hemos sido testigos de iniciativas de prevención en el consumo de drogas y alcohol que deben ser reconocidas, tales como “Verano libre de drogas”, la más reciente y lanzada por SENDA, o el programa islandés “Youth in Iceland”, en cuatro municipios de la Región Metropolitana.

Para un país que suele invertir muy poco en prevención, resulta una buena forma de arrancar el año, más aún después de recibir los resultados del decimosegundo estudio de consumo de drogas en población general, publicado al cierre del año anterior por SENDA. De acuerdo al informe, un 14,5% de la población declara haber consumido marihuana en el último año, contra el 11,3% del estudio del 2012. El segmento de 19 a 34 años es el que más sube, llegando a un 33% que reconoce consumir.

Ante estas alarmantes cifras nace la necesidad de preguntarnos si ¿podríamos haber hecho más por prevenir esta problemática cuando estas personas aún eran niños? Uno de cada 5 consumidores de marihuana experimenta problemas sicológicos, sociales o de salud asociados al consumo. Para el país en su totalidad, el consumo problemático de sustancias representa una merma en su potencial como nación, al comprometer el desarrollo de sus niños al llegar a la vida adulta.

Pero la prevención no pasa solo por las drogas: nuestros niños y niñas son personas integrales, sujetas a diversas problemáticas que requieren nuestra atención. ¿Podemos prevenir otras situaciones que impactan en el desarrollo apropiado de nuestros niños? Somos testigos diariamente en medios de la violencia y el temprano inicio de las trayectorias delictuales en jóvenes. Sabemos que casi el 70% de las mujeres que están hoy privadas de libertad son desertoras escolares y vemos cómo el VIH ha aumentado especialmente en el tramo de los más jóvenes en los últimos años. Todas estas situaciones podemos prevenirlas, pero, ¿cómo lo hacemos?

Desde el 2014 la Fundación San Carlos de Maipo ha estado adaptando y piloteando en Chile el sistema “Comunidades que se Cuidan” el cual, como el islandés, está basado en evidencia y tiene foco en la prevención no sólo del consumo de drogas, sino también en deserción escolar, embarazo adolescente, delincuencia, violencia, depresión y ansiedad. Fue creado hace más de 30 años por la Universidad de Washington y se encuentra implementado en Estados Unidos, Australia, Europa y Latinoamérica, y en Chile en tres comunidades de la Región Metropolitana. La evidencia en Norteamérica (que incorpora también la realidad de la población latina) es contundente: comparado con grupos de control, muestra reducciones de hasta 32% en consumo de alcohol y 25% en comportamiento delictual en los primeros tres años de implementación.

No soy siquiera capaz de recordar cuándo fue la primera vez que escuché el proverbio “Más Vale Prevenir que Curar”. Forma parte de nuestra cultura popular, junto con otros tantos y si bien esta fuente de sabiduría muchas veces nos ha llevado a eternizar supersticiones que no nos ayudan, en esta oportunidad hacemos un llamado a rescatar lo importante que resulta para nuestra infancia pasar “Del Dicho al Hecho”.

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