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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La falsa aceptación a Daniela Vega

"Sólo me parece que muchas de las portadas en las que aparece, junto a los premios que ha ganado, tienen más con una estrategia publicitaria de ciertas organizaciones artísticas que con dimensionar realmente el trabajo de la chilena".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Columnista.

Daniela Vega claramente ha sido la figura chilena de estos últimos meses. El éxito de Una Mujer Fantástica, la película que protagoniza y que es dirigida por Sebastián Lelio, la ha catapultado para codearse con lo más alto de la elite hollywoodense, aprovechando así de enviar un mensaje de diversidad que, al parecer, ha sido aceptado por todo el oficialismo “progre” nacional e internacional.

Todos quieren sacarse fotos con ella. Quieren aparecer a su lado y aplaudirla cuando camina frente a sus ojos, para así mostrarse liberales, inclusivos y sumamente modernos. Pero no precisamente porque entiendan quién es y lo que significa la transexualidad. Sino porque repiten un par de frases bonitas para así regodearse en este mundo que, según insisten hasta el hartazgo, “ha cambiado”.

Por estos días no ha faltado el twittero que quiere lucirse como un ser tolerante y democrático aplaudiendo a Vega sin entender muy bien lo que está diciendo. Se ha visto a varios hablando de la “libertad de elegir”, como si la sexualidad fuera un producto que se transa en la bolsa y, por ende, todos tenemos derecho a acceder a la forma y la manera que queramos. Todo esto, ignorando que el verdadero acto de libertad de Vega ha consistido en poder mostrarse al mundo, al igual que nosotros, como lo que no eligió ser. Porque la sexualidad no se elige.

Pero todo esto no se dice. O si se dice es muy a la pasada. Lo importante es entrevistarla, hablarle como si tuviera una enfermedad, con una condescendencia muy propia de este nuevo progresismo neoliberal que esconde su discriminación detrás de un lenguaje puritano, higienizado y carente de cualquier rastro de provocación. Todo para así contarnos que las desigualdades y las diferencias de trato hacia mujeres, homosexuales o transexuales se solucionaron mágicamente cuando comenzamos a hablar distinto y a subvalorar las ocultas relaciones de poder que, por mucho que se maquillen, no han desaparecido.

Esto lo digo porque pareciera que la politiquería correcta es tal vez la que más le ha hecho daño a las causas que dice defender. En vez de cambiar estructuras y así establecer cambios reales, lo cierto es que lo único que ha conseguido es hacer que los sujetos que están llamados a cambiar las cosas terminen bailando al son del ritmo de la oficialidad y no al contrario, como se cree.

Porque, ¿es inclusión convertir a una persona en estrella solamente por ser una mujer trans, cuando todavía la institucionalidad nacional no la reconoce? ¿No es acaso una manera bastante actual de discriminar haciendo como que se acepta lo que realmente aún no se entiende? Me parece que sí. Que convertir a una persona en especial por ser lo que es, es precisamente discriminar. Y eso es lo que hace la televisión y la prensa al incluir a Vega, sin que muchos de los que la entrevistan hayan siquiera visto la película en la que actúa.

No quiero que se malentienda, con esto no pretendo subvalorar a esta profesional. Sólo me parece que muchas de las portadas en las que aparece, junto a los premios que ha ganado, tiene que ver más con una estrategia publicitaria de ciertas organizaciones artísticas que con dimensionar realmente el trabajo de la chilena. Lo mismo, creo, pasa con los medios de comunicación chilenos que la invitan en galas y todo evento posible.

¿Está mal tomarse los espacios y las oportunidades que se le presentan? Claramente no. Es una necesidad. Es políticamente importante tener conciencia de lo que se es y mostrarlo en cualquier escenario. El problema parece ser que esos espacios, insisto, siempre volverán la causa a su favor, sin que realmente haya ningún cambio sustancial. Es una falsa aceptación, bastante estética, florida y llena de halagos y parabienes. Nada concreto.

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