¿Para qué sirve la Filosofía? Parte II
"Seguramente la mayoría dirá que ninguna, salvo algunas excepciones apelarán a la importancia del refuerzo lógico de este tipo de aprendizajes, o lo imperativo de aprender de sistemas de razonamiento formal".
Ernesto Evans es El Dínamo.
Se ha abierto el debate después del acuerdo del 12 de febrero 2018 del Consejo Nacional de Educación (CNED), que establece que, en el caso de la asignatura de Filosofía, no existe acuerdo entre los consejeros para que forme parte de la formación común para todos los estudiantes de tercero y cuarto medio (resolución exenta 047). Lo anterior pese a resaltar que es importante para el desarrollo del pensamiento lógico y crítico de los estudiantes.
Entonces ¿para qué sirve la Filosofía? Estudié filosofía de manera formal, aunque terminé estudiando informática y administración de empresas. “Primum vivere deinde philosophari” me dijo, terminando la licenciatura, un estimado profesor; es un latinismo que, en síntesis, advierte que primero hay que trabajar, ocuparse de los asuntos diarios, proveer del sustento y, después, a filosofar. O sea, lo básico es sobrevivir y adquirir habilidades para lograrlo, porque, en las nubes concentrado sólo en las preguntas esenciales de la existencia, no se come. Salvo, claro está, si se está dedicado a la docencia.
Y vuelvo a la pregunta ¿para qué sirve? Probablemente la respuesta sea parecida a la que daría un abogado, incluso un médico, si se le pregunta por la utilidad práctica, para el día a día, de aprender teoría de conjuntos, funciones cuadráticas, ecuaciones de segundo grado, algebra avanzada, etc. Seguramente la mayoría dirá que ninguna, salvo algunas excepciones apelarán a la importancia del refuerzo lógico de este tipo de aprendizajes, o lo imperativo de aprender de sistemas de razonamiento formal.
Hace algún tiempo escribí sobre lo mismo, con el mismo título porque esto también se debatía. Citaba a Isaiah Berlin (Bryan Magee, Diálogo con Isaiah Berlin). Bryan: “Por qué el sistema educativo no ha inculcado ese interés (por la filosofía)?”. Berlin: “las personas tenemos gran cantidad de creencias, pero cuando se examinan críticamente, resultan en ocasiones menos firmes, y sus significados e implicaciones, mucho menos claros y firmes. Al analizarlas y cuestionarlas (las creencias) los filósofos amplían el autoconocimiento del hombre”. Ese es el valor de la filosofía, el examen crítico de las creencias.
En el mismo artículo, escribí que otro ejemplo lo pone Carl Hempel en su “Filosofía de la Ciencia Natural”: ¿Por qué ocurren tantas muertes en un hospital, precisamente en la sección recién nacidos?, se preguntó el doctor Semmelweis en el siglo 19. Este logró explicar la mortalidad de los recién nacidos y las parturientas (morían de “fiebre del parto”) producto de la “materia podrida”. Lo hizo haciendo un examen crítico, mediante preguntas lógicas y adecuadas. Sin embargo, advierte Hempel, que si hay un resultado favorable de una serie de contrastaciones, no implica que la hipótesis es siempre cierta. Hoy la ciencia está separada de la filosofía, pero lo anterior no implica desdeñar su capacidad critica.
“Para eso sirve la Filosofía. Para hacernos preguntas, incluso llevarlas al límite: “¿somos buenos o peligrosos por naturaleza (contractualismo sombrío de Hobbes)?, ¿Para que necesitamos la religión (Eugenio Trias)? ¿Qué somos, criaturas a imagen y semejanza de un Dios que es amor (Marías)? ¿o un cosa que piensa (Descartes)? ¿Qué es el pensamiento: lenguaje, milagro, o una reacción química cerebral?”.
Pero sobre todo sirve en momentos duros de la vida. En un articulo de La Vanguardia titulado “Para que sirve la Filosofía” (2015), se entrevistó al filósofo actual André Comte-Sponville: “nosotros no amamos la vida porque sea buena o fácil, la amamos porque la deseamos y juzgamos que es buena para nosotros”.