Lo que nos dejó el 2017 en materia de ciberseguridad
"Las estafas digitales y las amenazas informáticas seguirán, pero también se crearán nuevas y más sofisticadas soluciones".
David Alfaro es Gerente general Arkavia Networks
La seguridad informática se menciona con fuerza en los titulares de prensa cada vez que alguna organización o empresa se ve expuesta a una brecha de ciberseguridad. Entre los casos más llamativos de 2017 destacan la arremetida del ransomware WannaCry que atacó a numerosas empresas y las vulneraciones de seguridad sufridas por Equifax y Deloitte. Incluso HBO sufrió un ataque que expuso a los actores y contenido de su serie Game of Thrones. Del mismo modo, otras compañías como Uber y Yahoo admitieron haber sido víctimas de ataques ocurridos en 2016 y 2013 respectivamente.
Las estafas digitales y las amenazas informáticas seguirán, pero también se crearán nuevas y más sofisticadas soluciones. El 2018 traerá consigo la duplicación de los dispositivos conectados con tecnología Internet of Things (IoT), los que se espera alcancen 46.000 millones para el año 2021. También se observará una mayor demanda de conceptos de seguridad en la Nube, nuevas soluciones basada en Machine Learning e Inteligencia Artificial, así como también otros mecanismos que sustituyen a los antivirus como los de categoría EndPoint Detection and Response (EDR).
La transformación digital, iniciada hace años y hoy en pleno desarrollo, nos ha llevado a la automatización en aplicaciones de un sinfín de procesos, herramientas y actividades incluso sociales, que inundan nuestro día a día. Sucursales de bancos más vacías, tiendas con menos clientes presenciales, clases online, etc., son muestra clara de aquello.
Disponibilidad ese tipo de servicios a través de aplicaciones entrega una enorme facilidad para los usuarios finales, que incluyen ahorro de tiempo, de traslados, etc., pero a la vez abre brechas en las infraestructuras y plataformas de quienes entregan el servicio, particularmente en el ámbito de la seguridad, la que no debe dejarse desatendida. Es allí donde radica el éxito o fracaso de las tan necesarias iniciativas de digitalización.