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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Modernización de la Cancillería: Un paso necesario

"Minimizar estas funciones es arriesgar el futuro de Chile y su potencial de colaboración con el resto del mundo".

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Francisco Chahuán, senador Renovación Nacional es Papá, Abogado, Senador (RN) V Región. Integrante de comisiones de Salud, Relaciones Exteriores, Medio Ambiente Futuro, Aguas y Zonas Extremas

Con la reciente promulgación por parte de la Presidenta de la República del proyecto de ley de Modernización de la Cancillería, pronto a ser publicado como ley de la República, dio un paso sustancial en la ruta de situar a Chile en la esfera de los nuevos tiempos.

Sobre la necesidad de modernización, afirmar que el mundo se encuentra en un proceso de cambio, pareciera ser lugar común. La naturaleza evolutiva de las sociedades humanas es una constante, forzando a través de la historia a la comunidad internacional y, a Chile en particular, a adaptarse continuamente a dichos procesos. No obstante aquello, la realidad de las últimas tres décadas ha resultado particularmente volátil. El fracaso de los regímenes totalitarios y el fin de la división ideológica del orbe, así como las nuevas dinámicas propiciadas por la producción digital y la sociedad del conocimiento, han forjado un orden planetario más interdependiente, aunque de una incertidumbre solo comparable a la de la revolución industrial. De esta nueva realidad, debemos inferir que nuestro porvenir depende cada vez menos de lo que podamos hacer de manera aislada, pues debemos contribuir a evitar o anteponernos a las crisis que afecten el bienestar de todos los chilenos.

La magnitud de estos cambios exige instituciones modernas, flexibles y altamente profesionales, que operen al servicio y en promoción de los intereses nacionales, siendo capaces de prever los nuevos fenómenos y posibles conflictos.

Las nuevas dinámicas propiciadas por la producción digital y la sociedad del conocimiento, han forjado un orden universal cada vez más interdependiente.

La mayoría de las naciones lo ha entendido así, iniciando programas destinados a mejorar sus instrumentos de política exterior. No obstante aquello, en Chile los gobiernos habían ensayado escasas propuestas exitosas de reestructuración del Ministerio de Relaciones Exteriores, situación que nos mantiene hoy con una Cancillería de diseño similar al de 1978, anclada en una concepción anacrónica del mundo, que tampoco refleja la posición alcanzada por Chile en el contexto regional, durante la última mitad de siglo.

Con el fin de asegurar el cumplimiento de las más recientes obligaciones adquiridas en diversas materias, tales como la participación en operaciones de paz o la responsabilidad por el voto de nuestros compatriotas en el extranjero, nuestro órgano de política exterior debe estar capacitado y apoyado para asumir nuevas responsabilidades ante la comunidad internacional, para saber privilegiar aquellas relaciones más provechosas para Chile.

Mención aparte merece la actividad económica internacional que desarrolla nuestra Cancillería. Motor del crecimiento chileno durante las últimas décadas, la estrategia exportadora promovida, principalmente, desde la DIRECON, ha sido una de las preocupaciones mayores -sino para algunos la más importante- de la política exterior nacional.

Actualmente, Chile tiene en vigencia 26 acuerdos comerciales, con 64 mercados, que representan el 64,1% de la población mundial y el 86,3% del PIB global. El país hoy en día tiene tratados de libre comercio con países de todo el orbe, salvo con estados del continente africano. De hecho, su comercio exterior se encuentra enfocado en cuatro regiones del mundo, a saber, Asia, América del Norte, América del Sur y Europa, que representan un intercambio comercial que, al año 2014, alcanzó cerca del 95% del intercambio comercial de Chile (DIRECON, 2018).

Cabe destacar la Alianza del Pacífico, iniciativa de integración regional, conformada por Chile, Colombia, México y Perú, creada el 28 de abril de 2011, cuyo objetivo principal es construir, de manera participativa y consensuada, un área de integración para avanzar hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales, personas y economía. Además, busca impulsar el desarrollo económico y la competitividad, tendiendo hacia un mayor bienestar de los habitantes de sus países miembros; la superación de la desigualdad socioeconómica; el impulso a la inclusión social de sus habitantes; y la articulación de una plataforma para abordar temas políticos, comerciales y de integración económica, con énfasis en la proyección al mundo y, en particular, a la región Asia-Pacífico (DIRECON, 2015)

Por otro lado, internacionalmente, Chile forma parte de diferentes organismos, tales como APEC, que fue creado en el año 1989, pero al cual nuestro país ingresó en 1994 y hoy estamos ad portas de ser país sede de APEC 2019, foro en el cual nuestra región de Valparaíso, tendrá bastante que decir.

Los objetivos de este foro son impulsar el crecimiento, eliminar barreras comerciales, facilitar las inversiones en esta zona geográfica y estimular la cooperación técnica dentro de la región. Actualmente, cerca del 65% de las exportaciones de nuestro país tiene como destino las economías de APEC, mientras el 58% de las importaciones proviene de ellas. De forma similar, muchos de los Tratados de Libre Comercio que Chile ha suscrito, se han generado gracias a esta plataforma-foro.

Se debe reconocer, por cierto, que, a pesar de lo anterior, el espíritu de nuestro personal diplomático y profesional exterior ha permitido hacer, hasta ahora, una gestión exitosa dentro de las limitaciones existentes. El desarrollo de la política comercial chilena es un ejemplo de apertura al mundo, siendo en gran parte el motor del crecimiento y desarrollo de nuestro país.

Entendemos, en este sentido, que el desarrollo de iniciativas para mejorar nuestra Cancillería, constituye una inversión, antes que un gasto. Al respecto, sintomático es constatar que, en términos de presupuesto de la Nación, los fondos destinados a estas tareas han ido en constante descenso –de un 1,1% a un 0,59% ,en los últimos 25 años-, solo permitiendo la mantención, pero no el crecimiento de las funciones, situación que ha ido en detrimento del importantísimo ámbito político de nuestras relaciones internacionales. Este déficit ha impedido al país cultivar vínculos más estrechos, de respeto y amistad, con su propio entorno vecinal.

Minimizar estas funciones es arriesgar el futuro de Chile y su potencial de colaboración con el resto del mundo. Por ello, tenemos la plena certeza que el gobierno del Presidente Piñera, se empeñará a fondo en la adecuada implementación de este cuerpo legal, para que contemos con una Cancillería moderna y adecuada a los tiempos actuales.

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