Hacia un cambio del sentido común en salud
"Se ha olvidado que la salud es un derecho individual y colectivo a la vez. Que para ser ejercido a plenitud a nivel individual, se necesita de la solidaridad de todo los componentes de la sociedad".
Mario Parada Lezcano es Profesor titular de la Universidad de Valparaíso.
El gobierno promete acabar con la discriminación por sexo, edad y situación de salud (preexistencias) que ejercen las ISAPRE a sus beneficiarios. No obstante, olvida una cuarta discriminación, quizás la más importante o la más odiosa, la discriminación por ingresos económicos.
¿Y por qué la olvida? Porque se trata de la discriminación estructural que hace que el sistema de aseguradores privados con fines de lucro funcione, sea rentable y permita la acumulación de grandes capitales. El que el sistema ISAPRE sea solo para las familias de altos ingresos del país, perpetuando desigualdades evitables e injustas, o sea inequidades en salud, es lo que hace de nuestro sistema de salud estructuralmente clasista, segmentado por ingreso.
Pero seamos justos. El sistema es fragmentado porque existen a lo menos cinco sistemas de salud para cubrir las necesidades de salud – enfermedad – atención de la población chilena: los dos más grandes y “famosos”, FONASA e ISAPRE, pero además están el Sistema del seguro de enfermedades profesionales y accidentes laborales (mutuales y otros), el sistema de las FFAA, así como otros basados en la beneficencia como la Teletón.
Está instalado en la población un sentido común que es favorable a esta fragmentación en salud, que plantea que está bien que cada cual se rasque con sus propias uñas, que el ejercicio de la libertad individual prevalece a ultranza, que no hay problemas en que existan grupos privilegiados si tienen ciertos méritos tales como tener mucho dinero o pertenecer a una rama armada, por ejemplo. La atención de salud es entendida como otro consumo aspiracional más. Se entiende la realidad como inmutable, como si fuera natural que sea así, sin recordar que se trata de una verdad construida socialmente.
Sin embargo, en Educación ese sentido común cambió. La población aspira o lucha por la igualdad, no discriminación, no selección y el fin al lucro. En definitiva se ha vuelto a sentir que la Educación es un derecho social y no un privilegio adquirible en el mercado.
¿Y por qué en salud no ocurre lo mismo? Las razones son múltiples, complejas, contradictorias. Probablemente una de las más importantes es que se ha olvidado que la salud es un derecho individual y colectivo a la vez. Que para ser ejercido a plenitud a nivel individual, se necesita de la solidaridad de todo los componentes de la sociedad. Se ha naturalizado el individualismo, la desesperanza, la desidia. Se requiere que exista compasión efectiva de los jóvenes con los viejos, de los hombres con las mujeres, de los sanos con los enfermos y de los que tienen más dinero con los que tienen menos.
Para poder hacer efectivo el derecho a la salud y lograr resultados equitativos, cualquier próxima reforma al sistema de salud debe hacerse cargo de estos elementos estructurales y propiciar el cambio del sentido común en salud.