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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Deftones: Smells Like Teen Spirit

La voz de Chino Moreno se escuchó mejor que nunca y con ella se encargó de hacernos flotar en esa sensación media onírica y desafiante.

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María Fernanda Quiroz es Periodista, columnista de música y cine. Twitter: @FeQuiroz

Durante tres noches, Deftones se encargó de hacernos surfear por veinte años de música a través de los diferentes set list que preparó para cada una de las presentaciones que se vivieron a teatro lleno en el Coliseo Santiago la semana pasada.

“Adrenaline” (1995), “Around the Fur” (1997) y “Diamond Eyes” (2016) son los discos de los interpretaron más canciones, donde el show comenzada brutal en el bajo de Sergio Vega, quien ya había generado bastante psicodelia junto a Quicksand, su otra banda con la que teloneó todos los días.

A diferencia de la mayoría de los conciertos de rock, en éste te vendían vasos plásticos con cerveza que extraían de botellas de Escudo de litro. Era eso o quedarte seco en medio del calor que aumentaba minuto a minuto en el ex recinto evangélico, dónde aún se impone desde el cielo un lienzo que dice “Cristo”.

La voz de Chino Moreno se escuchó mejor que nunca según varios asistentes y con ella se encargó de hacernos flotar en esa sensación media onírica y desafiante que bien se expresó en canciones como “My Own Summer”, “Rocket Skates” o “When Girls Telephone Boys”, al mismo tiempo que el pelo del guitarrista Stephen Carpenter flotaba en el aire como en una escena de shampoo.

Más emocionante era cada vez que Moreno se acercaba y lanzaba al público (literal), hacía su típico paso de baile a saltitos mientras mueve los brazos como rodillo o disparaba su aullido en alguna estrofa.

La gracia del Teatro Coliseo es que es chico y puedes estar muy cerca de la banda, sin las barreras elitistas de una “cancha vip” y con suficiente espacio para cabecear con el alma, a menos que no entiendas los códigos de un recital como el pelotudo que pensó que empujar a quien escribe era la mejor manera de comunicar que le molestaba el pelo que pasó por su rostro un par de veces ¿Acaso uno empuja a los valientes que hacen mosh? ¡No! Uno retrocede y da espacio al desorden.

Independiente de este impasse, el espíritu adolescente se apoderó del lugar sin sobresaltos y con mucha energía durante tres sesiones de Agro Metal inolvidables.

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