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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Masculinidad/es y agresión sexual en el Ejército

" En este contexto, el argumento de la estadística es un elemento clave, no para legitimar excluyentemente qué es o no lo importante, para comprender la amplitud y características del problema de la violencia de género, que es una lógica social que lo encarnamos los sujetos, que se dan en contextos diversos e intencionalidades heterogéneas".

Por Devanir da Silva Concha
Servicio Militar
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Devanir da Silva Concha es Antropólogo de la Universidad de Chile. Diplomado en Género y Sociedad de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y con Masters Degree de Gothemburg University.

El contexto del mundial, la manada y los movimientos sociales esconden un denominador común que quizás a primera vista no tiene relación, pero que se puede sustraer de esos fenómenos: la/s masculinidad/es. Ciertamente los cánticos de los “fanáticos” y las interpelaciones a los varones (hétero o no) en temas de género es no menos relevante. Ergo, esto plantea que género no es solo un tema de mujeres. Sucede que la masculinidad/es y violencia han estado históricamente vinculados, y especialmente en contextos o espacios jerarquizados como los militares.

Pasan “desapercibidos”, por ejemplo, casos como este y no se asocian a violencia de género sino al tema de abuso sexual y agresión. También cuando el destinatario del abuso sexual es hombre constituye violencia de género. ¿Entonces violencia de género es también entre hombres? Si y no.

Ciertamente no es el elemento del sujeto el que define la violencia de género sino la intencionalidad del sujeto agresor/a y la anulación del sujeto agredido/a. Entonces, es la relación (tipo) que nos permite entender qué es o no violencia de género.

En el caso de los hombres que cometen agresiones sexuales a otros hombres no se  consideran homosexuales. El acto no se asume como un hecho de cambio de identidad sino como un acto de sometimiento a la norma patriarcal al no querer obedecer la misma. O sea, cuando un hombre no obedece una norma (p. ej. No ser suficientemente macho) se le indica –mediante estos ritos correccionales-, que no es gratuita esa trasgresión.

El acto de violación, tal como lo plantea Rita Segato, no es tanto un acto sexual como es de poder. Y en ese sentido este hecho tiene plena lógica con lo que plantea la masculinidad hegemónica como cuerpo normativo.

Entonces, ¿cómo se plantea la noticia en los medios? Fuera del marco de lo que entendemos por violencia de género. ¿Por qué? Porque entendemos, todxs, que la violencia de género es aquella en que el destino de la violencia es la mujer. El modo de la conceptualización de la violencia de género, a secas y vinculado exclusivamente con la mujer, deja bastante elementos fuera para comprender, no solo desde la academia, lo que es o no la violencia (un tema en sí complejo) de género.

Ciertamente los medios y la industria periodística está tomando en cuenta la violencia de género, pero casi exclusivamente en el sentido mencionado anteriormente. Y las noticias de abuso sexual en espacios tradicionalmente masculinos como el Ejército u otros (scouts,  gendarmería, etc). En este contexto, el argumento de la estadística es un elemento clave, no para legitimar excluyentemente qué es o no lo importante, para comprender la amplitud y características del problema de la violencia de género, que es una lógica social que lo encarnamos los sujetos, que se dan en contextos diversos e intencionalidades heterogéneas.

Dice la teoría que los (bio) hombres, independientemente de la orientación sexual, somos construidos socialmente y “poseemos” género. Ahora bien, extrañamente en casos como de la noticia no estamos incluidos en lo que la consciencia colectiva dicta como violencia de género, ¿entonces cómo comenzar a cambiar esos hechos, conductas y simbolismos presentes en la vida cotidiana sino comenzamos por cambiar la comprensión de lo que entendemos por género? La diversidad, y fundamentalmente la disidencia sexual, nos dice qué es género verdaderamente: una dimensión que reside más allá del cuerpo (masculino, femenino u otro) que posees.

La definición tradicional de género (binarismo) nos decía que género se manifestaba en los cuerpos y que esa dimensión física nos guiaba en la comprensión de las estructuras de género, apoyado por la estadística que solo mira generalidades, tendencias y lineamientos generales.

Eso termina escondiendo aspectos a revisar en la heterogeneidad de la vida cotidiana y más encima en estos tiempos posmodernos, que imposibilitan e invalidan teorías totalizantes, se hace más complejo elaborar explicaciones totivalentes en torno a lo social, específicamente en temas de género. Y el desafío, volviendo a la noticia que me provocó escribir esto, es crear una cultura de paz en el contexto de una institución militar como el Ejército parece ser una tarea del tipo Mito de Sisifo. Y dentro de esto, si hay alguna certeza, es trabajar por una cultura de la paz en donde –como dicen algunos en el mundo de la literatura– prevalezca el dicho “Don´t judge the book by it´s cover” (No juzgues el libro por su portada).

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