Trump y Piñera: dos beneficiados con la tiranía del mercado que hablarán de democracia
"Darán clases de lo que se debe o no hacer a un dictadorcillo que no comparte sus ideas y que, a diferencia de ellos, ha ejercido un poder ilimitado desde el Estado y no desde la tiranía del mercado desrregulado".
Francisco Méndez es Columnista.
Hay gente a la que le gusta comparar la democracia con el mercado; en discusiones, muchas veces, los defensores de este último nos recuerdan que en los dos ámbitos hay alguien que elige cosas, como si comprar un par de zapatos tenga comparación con elegir alcaldes, diputados, senadores o presidentes. Según repiten, el mercado es tal vez la instancia más democrática de todas, debido a que en esta las libertades individuales se despliegan en toda su capacidad, incluso sin tomar en cuenta al otro. Así son las reglas del juego.
Esto último lo sabe muy bien nuestro Presidente, Sebastián Piñera. Si no fuera por el despliegue de su individualidad y su poder económico, tal vez habría conseguido la mitad de lo que tiene. Todo en política lo hace de igual manera, con tal de lograr un objetivo y sin mirar a nadie, sin aferrarse a mínimas reglas de convivencia democrática, porque eso le parece muy poco democrático. Para él, las únicas reglas que hay que seguir son las de no seguir ninguna regla que estorbe la obtención de ciertos resultados. Por eso es que la improvisación es su mayor arma.
Esto es algo que tiene en común con Donald Trump, con quien se encontrará este viernes en Estados Unidos. El magnate y mandatario de la principal potencia mundial, nunca ha seguido otra norma de comportamiento que la que el mercado le ha indicado. Tuvo casinos, programas de televisión, shows de lucha libre, con tal de aparecer, de estar en todas partes y pasar sobre la persona que osara ponerse delante suyo. Todo para él es una competencia a la que no puede llegar tarde, incluso en su labor como mandamás de la Casa Blanca, sobre todo en las relaciones internacionales, en las que prefiere hacer de todo para que su país (es decir, él) no se vea opacado por el respeto a las reglas internacionales de comportamiento.
No solo eso tienen en común. Ambos creen ser mejores que el resto. Tanto Piñera como Trump han dicho que, como presidentes, han hecho más en menos tiempo que muchos de sus antecesores en la historia reciente de sus países. Y es que la historia (aunque nuestro jefe de Estado, a diferencia del gringo, trata de mostrar que tiene conocimiento en esta área) para ellos realmente no es importante, porque esta obliga a seguir ciertas formas de conducta que no les resultan interesantes. Las historias de los pueblos y de los Estados, construyen márgenes de comportamiento que en el mercado no existen. Porque en este todo es presente, nada tiene influencia del pasado.
Bueno, estos dos personajes se juntarán a hablar de democracia. Según se ha dicho, en su reunión se tratarán cuestiones como el régimen autoritario de Nicolás Maduro, y otros temas que influyen en el normal curso democrático de nuestro continente. Darán clases de lo que se debe o no hacer a un dictadorcillo que no comparte sus ideas y que, a diferencia de ellos, ha ejercido un poder ilimitado desde el Estado y no desde la tiranía del mercado desrregulado.
Y es que seamos realistas: en un territorio en el que no hay regulación alguna, la tiranía del que tiene más poder es algo de cada día. Porque cuando la voluntad particular pasa sobre la general, lo cierto es que ahí no existe espacio para la justicia y la democracia. Y ese ha sido el lugar en el que tanto Piñera como Trump construyeron no solo sus fortunas, sino también sus personalidades avasalladoras, las que los llevaron al lugar en el que se encuentran.
Muchos dirán que estos dos personajes fueron elegidos por el pueblo para gobernar, a lo que yo puedo contestarles que la democracia tiene que ver con la manera en que la concibes. Y me parece que, guardando obviamente las proporciones, estas dos personas tienen una visión bien particular, la que se deja ver en la forma en que se relacionan tanto con los protocolos como con la institucionalidad. Sin embargo, se sentarán, conversarán y luego querrán darnos una cátedra de lo que no conocen tan bien.