La unidad política no ha sido suficiente para derrotar la Constitución de 1980
En agosto de 1988 se hizo un gran debate político sobre el plebiscito y nos convencimos que la única opción era inscribirnos en los registros electorales y participar en la votación. Yo me inscribí el último día legal para inscribirse en Penco.
El año 1988 fue un año muy especial para mí en la Universidad de Concepción, pues ejercía el cargo de presidente de la Federación de Estudiantes (FEC). Fui expulsado 2 veces, pero gracias a la lucha de los estudiantes y a personas como Claudio Lapostol, fallecido en estos días, se me sancionó con la suspensión por un año y después pude reintegrarme.
Ese año 1988 fue un año muy agitado, dónde se produce un proceso creciente de debate político dentro de las juventudes políticas que conformaban la federación de estudiantes. Yo estaba en la Juventud socialista CNR, una de las diversas ramas de las juventudes socialistas que eran 9, pero en 1988 vivimos un proceso de fusión y nos incorporamos a la juventud socialista Almeyda.
El debate sobre el plebiscito capturó la atención política y tensionó a las juventudes políticas. La JJCC y nosotros como JS durante mucho tiempo fuimos partidarios de no participar en el plebiscito por cuanto considerábamos que no existían las condiciones para que Pinochet reconociera el triunfo del NO. Pensábamos que se iba a legitimar el triunfo del SI y eso posibilitaría la continuidad de Pinochet por 8 años más.
Finalmente, en agosto de 1988 se hizo un gran debate político sobre el plebiscito y nos convencimos que la única opción era inscribirnos en los registros electorales y participar en la votación. Yo me inscribí el último día legal para inscribirse en Penco.
Recuerdo que como presidente de la FEC fui a la sede en Los Ángeles con una “chapita” blanca con letras negras que decía NO. La usaba permanentemente. Recuerdo que me fui a dedo hasta el cruce der la ruta 5, de allí tomé un bus y al interior del bus recuerdo que la gente me miraba extrañado, al final una joven que viajaba al lado mío me dice mejor sáquese la “chapita” al llegar a Los Ángeles, y yo le pregunto ¿por qué? y me dice que es peligroso. Me bajo en Los Ángeles con mi chapita del NO puesta, camino por la ciudad y lo primero que encuentro es un enorme auto pintado con tiza con el SI en todas partes y a medida que iba avanzando me miraban la “chapita” y me miraban como pájaro raro. Lo curioso, es que se me acercaron dos personas a darme la mano y a decirme qué bien, y después se sumaron más personas. La sola presencia de una “chapita” del No en la solapa en Los Ángeles era motivo de reacción espontánea en las calles de los Ángeles. Ese era el clima que se vivía en Chile.
Durante las últimas dos semanas, hubo una planificación respecto de la defensa del triunfo del NO ante la eventualidad que se desconociera el resultado o hubiese fraude. Lo que había que hacer era cerrar Concepción y evitar la salida de los tanques desde el regimiento Chacabuco. Aunque teníamos la convicción que éramos mayoría, había dudas sobre el reconocimiento y nos preparábamos para ese escenario. En perspectiva y a la luz de la actualidad era muy temeraria, pero reveladora esa situación. Se planificaron diversas acciones en defensa del triunfo del NO, entre ellas, cerrar poblaciones, barricadas, marchas y una serie de acciones clandestinas de resistencia. Más que propaganda a favor del NO, era la defensa del triunfo. La Franja del No fue de un tremendo impacto y debe ser uno de los programas más vistos en TV.
El día anterior a la votación tomamos varias medidas de seguridad. La noche del 4 de octubre dormí en la casa de otros militantes de la JS, no en las pensiones dónde se hacía habitualmente, en prevención a los eventuales allanamientos y detenciones. Estuvimos en varias casas de seguridad, pernocté 3 días en casas distintas. Esa noche, los dirigentes nos retiramos temprano, porque era peligroso que nos quedáramos hasta tarde, pensando en la posibilidad que nos podían detener. Me dormí muy temprano, alrededor de las 10 PM el 4 de octubre. Desperté el día 5 de octubre alrededor de 7 AM. Fuimos a votar organizadamente. Y ese día esperamos los resultados en una casa de seguridad. Muy de madrugada, recibo la noticia de que el general Matthei reconoce el triunfo del NO. Había que esperar lo que dirían al día siguiente. A las 10 de la mañana del 6 de octubre, ya estábamos organizando una marcha. Miles de estudiantes salieron a las calles a marchar a la plaza de la ciudad, había una tremenda algarabía, la gente estaba contenta, incluso abrazaban a los carabineros.
Y estuvimos todo el día marchando. Se me rompieron las plantas de los pies de tanto marchar. Regresamos a la pensión y de ahí seguimos por televisión los sucesos. A pesar de todo, reinaba mucha desconfianza aún. Se rumoreaba que a pesar del triunfo había algunos al interior de las FF.AA. que querían desconocer y que a pesar de las celebraciones se podía desencadenar un segundo golpe militar. Así que durante esa noche nos reunimos para evaluar esta situación. Yo tenía certeza que el triunfo del No era irreversible, La sensación de todo el día fue de una alegría infinita. Creo que fue uno de los momentos más felices de mi vida, solo comparable al nacimiento de mis hijos.
La campaña del Sí fue una campaña del terror y de odio, en cambio la campaña del No era alegre y ciudadana. “La alegría ya viene” sintetiza de manera exacta y profunda el sentimiento que había el 5 de octubre de 1988 por parte de la ciudadanía, que después no se haya podido concretar y que para muchos la alegría no llegó, yo sólo puedo decir que ese día la alegría sí llegó para Chile, fue un día histórico que jamás podré olvidar.
Este fue un triunfo que se debió a la movilización de miles de ciudadanos. Motor principal de esta lucha fue la llamada Generación 80 G-80. Una generación que se la jugó con todo en las calles en la lucha contra la dictadura. El triunfo del NO, no fue un triunfo de los partidos políticos, ellos fueron el motor, pero en definitiva fue la masividad ciudadana y la unidad la que logró el triunfo.
Hoy a 30 años del triunfo del No en el plebiscito de 1988, estamos en deuda: la unidad política de ese entonces no ha sido suficiente para derrotar el último enclave de la dictadura que es la Constitución de 1980. La generación de los 80 que lideró este proceso debe seguir aportando y las nuevas generaciones tienen que sumarme a lo que quedó inconcluso. La transición en Chile no va a terminar si no tenemos una nueva constitución democrática, participativa y ciudadana. El fin de la transición no fue con la elección de Patricio Aylwin ni la llegada de un socialista a la Moneda. Tampoco termina cuando un presidente de derecha entra a la Moneda. La transición terminará en Chile cuando haya una nueva Constitución construida con los ciudadanos.