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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Roger Waters, el superhéroe del rock

"Hace un par de semanas, en el mismo escenario, frente a la misma cantidad de gente Shakira hizo un show sin profundizar en temas políticos o sociales. Estamos hablando de una descendiente de palestinos (...)".

Por Bárbara Alcántara
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Bárbara Alcántara es Periodista especializada en música. Instagram: chicarollinga

Hace un par de semanas, en el mismo escenario, frente a la misma cantidad de gente Shakira hizo un show sin profundizar en temas políticos o sociales. Estamos hablando de una descendiente de palestinos, quien podría usar su estatus de estrella mundial para protestar a favor de un pueblo que está cerca de la exterminación u otro tema con mayor contenido como la inmigración, el femicidio o los abusos sexuales. Pero optó por callar. Justamente lo opuesto es lo que hizo Roger Waters anoche en el Estadio Nacional frente a cincuenta y dos mil personas según la producción.

En su cuarto concierto en Santiago y dentro del marco de la gira Us + Them, el ex bajista de Pink Floyd se mostró más político que nunca, con un espectáculo que se extendió por dos horas y media que tuvo como hilo conductor a una mujer. A las 21:00 hrs. apareció en la apoteósica pantalla, cuyo ancho era del mismo tamaño que la cancha, una joven de espaldas contemplando el mar. A las 21:15 hrs. el cielo azul que la cobijaba se tiñó de rojo al son de “Speak to me” donde Waters y su banda, compuesta de siete músicos más dos excelentes coristas, emergieron desde la profundidad del escenario, el cual estaba ubicado debajo del telón visual en un espacio reducido y con cierto carácter íntimo debido a su cuidada iluminación.  

Gracias a la potente guitarra de Dave Kilmisnter y la llegada de “One of these days” el espectáculo se transforma en lo que es, un concierto de rock de uno de los íconos de la música del siglo XX; posteriormente siguieron grandes éxitos setenteros lisérgicos y progresivos de la talla de “Time”, “Breathe (reprise)” y “The Great Gig in the Sky” donde Jonathan Wilson asume dignamente los pasajes correspondientes a la inigualable voz y guitarra de David Gilmour (quién se extraña en todo momento, por lo demás).

En “Welcome to the machine” la voz del británico se escucha prístina por la tecnología de avanzada que lo caracteriza, luego estrenó en directo las canciones de “Is this the life we really want?” (2017) disco producido por el eterno compañero de Radiohead, Nigel Godrich y destacado entre lo mejor del año pasado por la mayoría de los medios especializados. El material nuevo convive estupendamente con los clásicos del pasado además de aportar una profunda emotividad con “Déja Vu” y “The Last refugee”, donde nuestra protagonista está en una casa que pareciera haber sido bombardeada, sola. A pesar de eso, todavía tiene la capacidad de soñar e imaginar que baila flamenco, linda y elegante; sin embargo su cruda realidad es el desamparo que deja la guerra mezclado con visiones de los pies de su hijito en la playa, quien al inmigrar olvidó un peluche que ella encuentra en la orilla. Una postal desgarradora.

El descontento de “Picture that” se complementa con la ridiculización de Trump en todas sus formas; posteriormente el eterno himno de su banda madre “Wish you were here”, nos hace regresar a la historia de la refugiada que trata de alcanzar la mano la de su hijo y no lo logra. “Where is my baby” se lee fulminantemente con el objeto de remecer a la audiencia por las separaciones de madres y padres de sus niños al cruzar la frontera de ya sabemos dónde.

“Another brick in the wall” fue el siguiente paso y como si fuera una pieza que tiene pacto con el diablo, siempre se escucha fresca y contingente. Canciones que no envejecen, sobre todo cuando son acompañadas por un grupo de niños que llevan la palabra resistencia estampada en sus corazones.

Después de un intermedio de veinte minutos enumerando personajes e instituciones a las que hay que resistir, la escenografía se transforma en la mítica portada de “Animals” (1977) y la noche se politiza aún más con dardos que van directamente al repudiado presidente de Estados Unidos, quien comparte la estelaridad con otros mandatarios. Se escuchan “Dogs” y “Pigs (Three different ones)”, aparece el cerdo volador y tras eso llegan más emblemas de “El lado oscuro de la luna” junto a la proyección láser de la característica pirámide de su portada sobre la cancha.

Casi al final de la jornada el activista inglés reprodujo desde su celular “El derecho de vivir en Paz” de Víctor Jara logrando la ovación de un público deslumbrado frente a su perfección técnica y discurso político. Sí, porque Roger Waters al igual que su abuelo y padre que murieron en la primera y segunda guerra mundial, da la pelea en su campo de batalla, el escenario y desde ahí lucha contra los totalitarismos que amenazan la igualdad humana.

Definitivamente un súper héroe del rock y la cultura a nivel mundial.

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