Hasta siempre Camilo Catrillanca
Son tantas las hipótesis que se esgrimen para comprender y/o analizar el llamado conflicto de La Araucanía, pero en un video estas preguntas enmudecen tras la indignación de la inhumanidad registrada.
Jaime Abedrapo es Director de la Escuela de Gobierno de la USS
El dolor de constatar la forma en que dejaste este mundo nos interpela a todos. El desconsuelo de tus padres y familia, la comunidad mapuche en luto y algunos chilenos preguntándonos con una mezcla de ira y tristeza qué nos pasa. Todos, de derecha a izquierda, pobres y ricos, eruditos y analfabetos, hablamos del respeto a los derechos humanos, y usamos extenuante verborrea para auto proclamarnos como unos adalides de ellos, pero hay algo que no funciona porque no nos respetamos, porque estamos engendrando odio y porque me ocupo sólo de mis intereses.
Es fácil hoy depositar toda la responsabilidad en Carabineros, la indignación motivará a que el acto de cobardía de quienes te dieron por la espalda sea la llave de salida de toda una sociedad que se diluye entre las desconfianzas, la mentira y el deseo de aparentar rectitud. Camilo Catrillanca, y tantos otros que han caído por ¿ejercer violencia?, ¿luchar por una causa justa?, ¿por un proceso político truncado por quienes obtusamente se oponen a reconocer a los pueblos originarios?, ¿por intereses económicos?, ¿Por qué han importado y aprendido de conflictos foráneos y los han traído a Chile? Son tantas las hipótesis que se esgrimen para comprender y/o analizar el llamado conflicto de la Araucanía, pero en un video estas preguntas enmudecen tras la indignación de la inhumanidad registrada.
Algunos dirán que en esas imágenes no se recoge el contexto en que se desarrolló tu asesinato, pero la cuestión de fondo es por qué mentimos, qué pasó con el honor y el respeto a la verdad, ¿se están desvaneciendo?, y con ello la confianza y credibilidad de las instituciones.
Lo que más me intranquiliza no es que estas líneas parezcan emocionales y no apegadas a un raciocinio desapasionado de las razones de la violencia, sino que la gran mayoría de los individuos de este país parecieran que les diera lo mismo lo que nos han revelado las imágenes. Esa actitud es propia de la perdida de sentido de sociedad.
Tengo la esperanza que el dolor en los corazones de muchos por la manera en que nos dejas Camilo, más que concentrarse en odio o rencor en Carabineros y sus implicados directos, movilicen a la comunidad a buscar los caminos del encuentro y entendimiento. Camilo, para ser honesto no sé cuanta sangre mapuche corre en mis venas (seguramente mucha), pero sí sé que el dolor de tus padres, familias y comunidad es el mío también.
Las instituciones de la República deben volver a ser dignas de nuestra Patria, la mentira cobarde que ha quedado en evidencia hoy nos interpela a todos.