De Revoluciones y la Bolivariana
"Si la aspiración e inspiración de una revolución es la de reemplazar la opresión y la injusticia por libertad y justicia, la Bolivariana no tiene nada de revolucionario. Morir de hambre, por falta de medicamentos o de un tiro en un robo en la calle son más bien propios de tiempos cavernarios".
Juan Pablo Bórquez Y. es Ingeniero comercial y economista de la Universidad Católica de Chile y abogado de la Universidad de Chile. Socio Director de BY.Estrategica.
En los últimos tres siglos se cuentan al menos unos 20 episodios históricos a los que se les denomina revoluciones. Entre ellas, las más conocidas son la revolución Francesa, la Americana, la Española, la Rusa, la China y la Cubana. Menos conocidas son la Gloriosa en la Inglaterra de fines del siglo 17 y nuestras criollas Del 91, En Libertad, Con Sabor a Empanadas y Vino Tinto, la Silenciosa (de Lavín) y la Capitalista (de Moulian). La expresión revolución es un comodín bastante útil en la propaganda y marketing político razón por la cual se le emplea con profusión.
La Real Academia Española le asigna a este singular vocablo los siguientes significados: cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional; levantamiento o sublevación popular; y, cambio rápido y profundo en cualquier cosa. Entonces puede afirmares que lo que caracteriza a una revolución son cambio, profundidad, violencia. Un alzamiento que pretende reemplazar un orden antiguo tiránico, dictatorial y de privilegios por un orden nuevo. Ergo las revoluciones políticas aspiran y se inspiran en el reemplazo de un régimen antiguo opresivo e injusto por otro mejor en que se goza de mayor libertad y justicia.
Revoluciones también son aquellas transformaciones que vienen del lado de la economía. Dentro de ellas sin duda las que más destacan son la revolución industrial y la tecnológica. Lo revolucionario radica en los saltos verdaderamente cuánticos que han hecho posibles en productividad y sus consiguientes beneficios en términos de bienestar, calidad de vida y prosperidad. En efecto, la revolución industrial hizo posible que el PIB per cápita (medido en moneda de igual valor) aumentara en más de 100 veces en los 250 años comprendidos entre 1750 y el año 2000 para países como Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Japón, Francia, Alemania, Holanda y los países escandinavos. Latinoamérica logró multiplicarlo en algo más de 35 veces en igual lapso.
Hace algo más de 20 años Venezuela de la mano de Hugo Chávez inició la auto denominada Revolución Bolivariana cuya inspiración serían los ideales americanistas y de independencia de Simón Bolívar de hace más de dos siglos. La declamación inicial de Chávez fue Patria, Socialismo o Muerte que luego mutó a Patria Socialista y Victoria. Pero detrás de estos gritos de guerra no hay más que promesas retóricas.
Venezuela es por lejos el país de peor desempeño económico en Latinoamérica. Su PIB registró en el 2018 un retroceso de un 15% acumulando una caída continua de 44% desde 2014. Para 2019 se espera que vuelva a caer nuevamente en 8%. Sufre de una hiperinflación que llegó a más de un millón y medio por ciento en 2018. Su tipo de cambio vive en devaluación permanente. Los bonos de la otrora estrella productora de petróleo PDVSA se encuentran en mora y se transan a un 17% de su valor par. La mayoría de las líneas aéreas internacionales ya no vuelan a Caracas porque no les pagan. A quien puede extrañar entonces la aguda crisis sanitaria y alimentaria que sufre ese país denunciada por múltiples organizaciones internacionales. Sus habitantes han disminuido su peso corporal y el consumo diario de calorías ha caído debajo de un umbral aceptable porque simplemente falta la comida. A todo lo anterior súmese la inseguridad que hace que su capital sea hoy una de las ciudades más peligrosas del mundo, la persecución de opositores al régimen gobernante, la casi inexistente separación de poderes propios de un estado de derecho democrático, etc. Todo ello explica el masivo éxodo de miles venezolanos a diversos países de la región. A Chile solamente han llegado más de 300.000. Como sabemos las personas en último término votan con los pies.
Si la aspiración e inspiración de una revolución es la de reemplazar la opresión y la injusticia por libertad y justicia, la Bolivariana no tiene nada de revolucionario. Morir de hambre, por falta de medicamentos o de un tiro en un robo en la calle son más bien propios de tiempos cavernarios. Y en nuestro país sería bueno que quienes promueven alguna revolución sinceren su oferta y den cuerpo a sus consignas. Queremos saber si nos ofrecen una revolución de verdad como la Francesa, la Gloriosa y la Industrial que nos dieron más libertad, justicia y bienestar o a una como la Bolivariana. Intuyo que nos dirán que será una verdad pero que evadirán revelarnos lo más esencial: cómo se hace. La política y la economía en serio no se hace sólo con consignas.