¿Qué sabemos del ecoterrorismo?
"Los atentados ocurridos en un paradero de Transantiago no serían los únicos, pues están en contra de la civilización y el progreso humano, o en contra de cualquier ideología o doctrina que represente una autoridad, en contra del orden, e incluso de las personas mismas".
Bastián Gajardo es Colaborador Asociado, Fundación Ciudadano Austral. Licenciado en Ciencias Jurídicas de la Universidad Santo Tomás. Ayudante de diferentes cátedras de derecho privado. Se ha desempeñado como líder y dirigente estudiantil.
Quizás William Powell nunca imaginó la importancia y trascendencia que tendría su libro “Anarchist Cookbook”, cuyo título en español es “La cocina del Anarquista”. Lo escribió en 1971, y lo más probable es que no pensó que se convertiría en una guía o manual para extremistas.
En su introducción, Powell advierte: “No apto para niños o idiotas”. Sin embargo, lamentablemente, el texto llego a manos de radicales que ven estos actos una forma de posicionamiento, con el fin de provocar terror en la población e intentar normalizar en un momento sus conductas, pasar como jóvenes idealistas o dar a conocer su movimiento a otros que pudieran unirse a ellos.
Los grupos ecologistas que usan practicas terroristas para exponer y reivindicar sus causas ambientales, así como también los derechos de los animales, tienen por objeto el uso de la violencia en todas aquellas personas que, según ellos, creen en el progreso. En su razonamiento, creer en esto da origen a una alienación, genera estratificación social y hay un sometimiento de la sociedad, un proceso de coacción. Debido a lo anterior, abogan por la desindustrialización, la abolición de la división del trabajo y el abandono de la tecnología, entre otras. Ahora usted se preguntará: ¿cuál es la finalidad de todo esto? La respuesta es más simple de lo que pareciese, la destrucción de la propiedad, y su consumación es la desaparición de la especie humana.
Es así que este anarquismo individualista, de matriz marxista, critica el progreso de nuestra civilización, y adscribe a una idea de ecologismo radical. Para entender su razonamiento, sostienen que si bien este progreso y la tecnología permitieron que la expectativa de vida del ser humano aumentara considerablemente en los últimos siglos desde la revolución industrial, esto conllevó a que aumente la población, y como consecuencia de esto se incremente los daños al medio ambiente. De este simple planteamiento provienen sus bases teóricas que invitan a volver a la época de caza y recolección, pensando que este modo de vida es lo mejor para nuestros ecosistemas. El fin último del que hablamos anteriormente ha quedado manifiesto explícitamente en estudios de filósofos como John Zerzan, el cual adhiere al anarco primitivismo y que señala en su libro titulado “Futuro Primitivo” que “El postmodernismo es una sociedad sin relaciones de poder, y que hemos tomado un camino malo y monstruoso con la cultura simbólica y la división del trabajo”. Esto queda implícito en el fallido ataque a un nuevo bus eléctrico del Transantiago, que paradójicamente coopera con el medio ambiente, pero que nunca será suficiente para estos grupos, pues lo que buscan en su fondo es la extinción de la especie humana, por lo anteriormente explicado. Tan así es, que el Sub director de FBI, John Lewis, por el año 2005 advertía en al Senado de los Estados Unidos que “no hay nadie más en este país en los últimos años que haya acumulado un número tan alto de crímenes violentos y acciones terroristas”. Lo cual deja explícita la idea que podría ser el inicio de ataques en contra de la legitima propiedad y la vida de otros con el objetivo de reivindicar acciones en pos de lo que creen correcto estos grupos extremos.
Los atentados ocurridos en un paradero de Transantiago el día viernes 4 de enero, no serían los únicos, pues están en contra de la civilización y el progreso humano, o en contra de cualquier ideología o doctrina que represente una autoridad, en contra del orden, e incluso de las personas mismas. El sentido para ellos es crear terror, pero un terror que cause resultados, así -en su justa dimensión- como la guerra de guerrillas causó resultados en Vietnam o el atentado al World Trade Center el 11 de Septiembre del 2001 causo también efectos a nivel global, con el propósito de dar a conocer su movimiento, convicciones y posicionarse frente a sus pares como una alternativa de lucha ideológica.
Tradicionalmente, cuando se analizaba la guerra, se daba a entender que existían dos bandos conocidos, dos patrias o países, pero en la actualidad tiene más sentido ver la batalla entre lo que entendemos como civilización occidental contra el terrorismo fundamentalista de cualquier tipo y con cualquier convicción, ya sea por temas religiosos, culturales o ideológicos, los cuales no tienen patria ni territorio, y peor aún, siendo el propio país que desea atacar el lugar más seguro para actuar en contra de la misma nación.
Una forma para combatir a estos grupos inorgánicos es mediante un estudio acabado contextual de su forma de pensar y cómo estos operan en sus estructuras celulares. Por una parte, un estudio antropológico podría dar la respuesta de cómo afrontar estos problemas en conjunto con servicios de inteligencia especializados por parte de las instituciones de orden y correctas asesorías, integrando comisiones que se encarguen del problema y no solo endureciendo leyes que castiguen estos actos, pues a la ideología fanática no le importa la consecuencia inmediata, sino que mediata. Por otro lado, se debe indagar en el financiamiento de estos grupos, dado que está demostrado que la autogestión no es rentable, y por otro lado por parte de los gobiernos y sociedad civil se debe hacer contra discurso efectivo, con filosofía y acción, complementándose con el pensamiento de autores clásicos, generando nueva doctrina, proyectos políticos e históricos que frenen el avance de estos pensamientos tan desafortunados que pueden verse en algunos grupos de los nuevos jóvenes en Chile, la realidad de la calle está ahí solo se debe abrir los ojos.