El ideológico “se me van de acá” del dueño de Gasco

“Se me van de acá”, fueron las palabras que más llamaron la atención del video en el que el dueño de Gasco, Matías Pérez Cruz, expulsa a unas mujeres que estaban tomando sol en lo que él consideraba “su” jardín en Lago Ranco. Era como si un patrón de fundo (bastante desclasado), hubiera perdido la paciencia con personas que, por no ser parte de su círculo cercano, no solo eran sospechosas, sino también sus peones, o peonas en este caso.

Pérez Cruz, con ese tono tan típico de quienes tienen fundos mentales más grandes que sus terrenos, no solo nos recordó lo soberbia que es nuestra elite, o un intento de elite, sino también que hay estructuras de propiedad y de clase que determinan la fuerza con la que una persona puede referirse a los otros. ¿O acaso su actitud no es una postura política e ideológica sobre quién es quién en la sociedad? O, para ser más claro: ¿no es su posición una metáfora perfecta de lo que hace el sector que Pérez representa cuando en Chile hay una idea política que no les gusta? Es cosa de leer la historia y se podrá encontrar la respuesta.

Por esto, el problema, aunque sea impopular decirlo, no es la actitud particular de este tipo, sino la forma en que se reacciona ante el evidente antagonismo que vemos. Y es que ante este hecho, muchos comenzaron a ver lo sucedido desde la ofensa, e incluso se llegó a la curiosa conclusión de que no comprando Gasco, se podría hacer algo al respecto. ¿No es esto una demostración clara de la sumisión ideológica de algunos sin darse cuenta? ¿No es tal vez la muestra más evidente de que hay quienes están convencidos de que las problemáticas sociales de clase se solucionan mediante el mercado? Vale la pena preguntarlo.

El “se me van de acá” de Pérez Cruz es mucho más profundo que la situación misma a la que muchos reaccionan de manera indignada. Tiene que ver con la verticalidad con la que algunos usan cierto poder, la autoridad que le dan ciertas certezas a personajes como este para sentirse con la fuerza necesaria para evitar las “molestias” cerca de sus terrenos. Por esto, no llama la atención que haya financiado la campaña de José Antonio Kast, porque este candidato precisamente tiene como fundamento principal de su candidatura, reestablecer ciertas estructuras que, curiosamente, los más reaccionarios ven que se están desdibujando.

No es casualidad que Pérez Cruz haya recurrido a su condición de abogado al igual que los economistas recurren a su “experiencia” para disfrazar sus mañas ideológicas de “la realidad”. Al decirles a las señoras, “no me discuta, soy abogado”, lo que estaba señalando es “estoy de parte de lo real y ustedes son las que están equivocadas”. ¿No fue eso lo que hizo la derecha en 1973 y luego en los tímidos intentos de Michelle Bachelet de hacer cambios a estructuras que satisfacían las necesidades ideológicas de una elite? Por lo tanto, la cuestión es más seria y requiere más astucia que el llamado “derecho al pataleo” de redes sociales, porque despolitiza la discusión al respecto.

Este empresario es la demostración de una problemática social que no está siendo tratada inteligentemente, y que consiste en poner a la propiedad privada por sobre cualquier consideración; no solo a la hora de veranear, sino también cuando se convive comúnmente, considerando a los otros una eterna amenaza, sobre todo cuando no piensan ni lucen como los dueños del relato, o los que intentan adueñarse de este. Es la vieja historia de Chile.