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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La guerra contra el plástico

Por Francisco Salinas
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Francisco Salinas es Asesor Fundación Ciudadano Austral

“Estamos en una guerra contra las bolsas plásticas, y por lo tanto, desde hace un tiempo atrás se pueden entregar máximo tres por cliente en los supermercados, y el 17 de mayo bajaremos a cero las bolsas plásticas en los supermercados”, dijo hace un año el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín. Antes había anunciado someter a votación el uso de bolsas plástico, pero como las guerras no se ganan con democracia, el alcalde decidió eliminarlas por decreto de la comuna.

El arma letal para ganar la guerra, es la amenaza de multas de hasta 5 UTM por bolsa.

La idea es reemplazarlas por bolsas de lona o bolsas biodegradables, a pesar de que las de lona son un nido de gérmenes y las biodegradables rara vez se degradan, ya que necesitan 50 grados centígrados de calor, como condición para degradarse, por otro lado, las de papel – que promueve la CMPC- requieren 40% más de energía para ser producidas y generan 70% más de emisiones y 80% más de residuos sólidos, que las bolsas de plástico.

La industria del reciclaje también se beneficia de esta campaña, ya que reciclar plástico es más costoso que reciclar papel, porque las bolsas plásticas son muy livianas. Además de livianas, ocupan poco espacio, una vez prensadas, millones de bolsas plásticas se pueden depositar en un relleno sanitario ocupando un espacio mínimo. La excusa de los activistas, es que las bolsas plásticas tardan 1000 años en degradarse, pero de la forma en que se construyen los rellenos sanitarios de última generación, es irrelevante que los materiales no se degraden, ya que están cubiertos por arriba y por abajo con capas de cerámica. Por último, no son las bolsas las que dañan los ecosistemas, si no los individuos que las arrojan a ríos que dan al mar.

En el futuro se utilizará un hongo amazónico para degradar plástico. Dos estudiantes de Yale descubrieron que el hongo Pestalotiopsis microspora, tiene la propiedad de degradar plástico, aunque aún no descubren cómo poder aplicar esa propiedad a escala industrial. Tal vez cuando lo hagan, saldrán grupos ambientalistas a protestar contra el genocidio de los hongos amazónicos.

En los lugares que se ha prohibido el uso de bolsas plásticas, su uso no ha disminuido. Las bolsas de biodegradables y de lona son muy elegantes, pero no sirven como bolsas de basura, entonces los consumidores se ven obligados a comprar paquetes enteros de bolsas de basura, en lugar de usar las que sobran del supermercado.

Ante la advertencia de productores de ir al TC, el alcalde de Las Condes no tuvo problemas para responder: “Acudiremos al TC si es necesario. En esto hay un gran consenso, no solo en Chile sino que en todo el mundo. Tenemos que ir disminuyendo las bolsas plásticas”. Es cierto que hay un gran consenso, entre políticos, lectores de noticias, actores de teleserie y animadores de matinal, que el plástico es peor que la pasta base, pero si existiese tal consenso entre los consumidores, no habría la necesidad de pasar decretos o leyes, pues, las buenas ideas no requieren el uso de la fuerza o de amenazas.

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